Capítulo 16: Noche de películas.

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Viernes, 9 de junio de 2017.

Los pétalos de rosas flotan sobre el agua tibia de la bañera. Me llevo la copa repleta con jugo de naranja a los labios y disfruto de la voz grabe de Dua Lipa que se trasmite por los parlantes del mini equipo.

Luego de una larga y ardua semana en el trabajo necesitaba conseguir un poco de relajación. Apoyo el cuello sobre el respaldo de la bañera y cierro los ojos hasta que el agua pierde el calor.

Me visto con una camisa de seda azul que me queda enorme y unos pantalones cortos. Desarmo el rodete que hice para que mi cabello no se moje. Busco mi celular, me tiro sobre la cama y llamo a Valentin.

—¿Hola?

—Hola, hoy es tu día de suerte. Estoy desocupada y muy aburrida.

—¿Y que se supone que debo hacer con esa información? —casi puedo escuchar su sonrisa.

—Llevarme a una cita, duh.

—Estoy ocupado, Mara.

Va a ser una semana de la última vez que vi a Valentin. Él está sumergido en su nuevo álbum y yo con mi trabajo. Apenas tuvimos tiempo de hablar por mensajes de texto y ponernos de acuerdo en subir fotos de nosotros a las redes sociales.

—¿Qué es más importante que tu novia falsa? —pregunto, luego de un momento de pausa.

—Mi nuevo disco.

—¿Estás en el estudio?

—Sí.

—¿Puedo ir?

—Te vas a aburrir.

—¿No quieres que vaya?

Lo único que recibo a cambio es un prolongado silencio que es roto por la risa de una mujer.

—Ok, ya entendí.

—Mara, no es eso. ¿Por qué mejor no te pones algún vestido y te paso a buscar a tu casa?

—No te molestes. Ahora no estoy en casa.

Corto la llamada antes de que pueda decirme algo.

«Que gilipollas.»

🌘🌗🌖🌕🌔🌓🌒🌑

Pongo a hervir agua en la pava eléctrica. Escojo mi taza favorita, donde entra el doble de bebida y en los cajones de la encimera busco la caja en donde guardamos los saquitos de té.

El sonido del timbre me hace ir a la sala, directo hacia la puerta. Sin preguntar o asegurarme quien es la persona que se encuentra del otro lado, le quito el seguro y abro. Con la pequeña esperanza de que sea el chico que una parte de mi comenzó a extrañar.

—¿Qué parte de que no estoy en casa no has entendido? —finjo un tono de molestia—. Oh, lo siento.

No es Valentin. Tampoco es alguien que yo conozca, ni creo que ella me conozca a mí.

Sus ojos verdes se encargan de estudiarme por completo. Una exhalación se escapa entre sus finos labios, pintados con un brillo labial. Es una mujer, cerca de treinta años.

—¿Puedo ayudarte?

No me responde.

—¿Hola?

Abre los ojos como platos y vuelve al mundo real.

—Hola. Tengo una cita con Ian Bamber.

«Ah, es otra mujer más en la lista del mujeriego.»

Hablando con la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora