Capítulo 17| Sótano

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-¡Mami! ¡Papi!

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-¡Mami! ¡Papi!

Sangre.

Gritos.

Agua.

Desperté de golpe sintiendo un sudor frío recorrerme la espalda y me pasé las manos por el rostro, agotada.

"-¿Qué es eso?

-Te ayudará a dejar de tener pesadillas en las noches.

-¿De dónde las sacaste?

-No eres la única con demonios detrás suyo."

Abrí el cajón de mi mesita de noche y saqué el frasquito de pastillas moradas.

Vamos Eris, son unas simples pastillas ¿Qué es lo peor que podría pasar?

Destapé el frasco y dejé caer dos pastillas en la palma de mi mano para luego metermelas en la boca, tomé la pequeña botella con agua que dejaba generalmente todas las noches, pero al tomarla la noté vacía.

Genial, debo ir a la cocina.

Me levanté de la cama, salí de la habitación y me dirigí a la cocina, adormilada. Bajé las escaleras bostezando dejando que mis pies me guiaran. Encendí la luz y tomé un vaso, lo llené con agua del grifo y me lo llevé a los labios, tragandome las pastillas. Dejé el vaso sobre la mesa de mármol y cuando me giré para salir, grité.

Un grito de horror salió de mis labios al ver una figura parada en el marco de la puerta.

-Mierda rosita, tú si que gritas -la voz de Gael se coló por mis oídos y dejé de gritar, llevandome la mano al pecho, asustada hasta la mierda.

-Casi me matas de un infarto idiota -gruñí y soltó una risa ronca.

-Entonces tengo que aparecerme así más seguido -dijo burlón mientras abría el refrigerador, sacando una botella de cerveza.

-No creí que un chico como tú bebiera cerveza a las... -miré por la cocina, tratando de encontrar un reloj -¿Qué hora es siquiera? -murmuré observando como destapaba la botella.

-Las cuatro de la mañana -soltó y bebió -¿Qué haces despierta a esta hora? -preguntó recostandose contra la mesada y me encogí de hombros.

-Quizás también vine a beber una cerveza -esbocé una sonrisa y le arrebaté la botella sintiendo el frío en mis dedos, me la llevé a los labios y le di un trago con los ojos puestos en los suyos.

Gael ladeó la cabeza y sonrió divertido mientras negaba con la cabeza.

-Siempre tan Eris -dijo en un murmullo y bajé la botella para entregarsela, este estiró la mano y en vez de tomar la botella, tomó mi muñeca, acercandome a su cuerpo de un tirón.

Nuestros pechos impactaron por el brusco movimiento. Alcé la cabeza con curiosidad, quedando atrapada en esos bellos ojos acuamarina que me miraban con un brillo especial.

¡Adoptemos al Diablo! [Terminada ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora