Capítulo 25| Tyrion

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-Me llamo Tyrion, pero mis amigos me dicen Ty ¿Quieres ser mi amiga? -soltó el chico frente a la rubia y esta alzó una ceja, confusa

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-Me llamo Tyrion, pero mis amigos me dicen Ty ¿Quieres ser mi amiga? -soltó el chico frente a la rubia y esta alzó una ceja, confusa.

-Pero yo ya tengo amigos -se escuchó decir en un susurro con la cabeza gacha para luego volver a ver al chico frente a ella.

-Pero tú padre dijo que ya no verás a tus amigos -dijo bajito el pelinegro y la pequeña rubia se encogió de hombros, frustrada por su situación.

-Entonces supongo que seremos amigos ¿No? -la niña dió un paso adelante con algo de duda y el chico la tomó de la muñeca envolviendola en un abrazo que la dejó sorprendida.

-No seremos amigos -susurró el joven -Seremos hermanos de otra madre -finalizó y la chica sonrió porque luego de tantos meses volvía a tener un hermano.

Un hermano que si respiraba y no estaba hundido bajo agua.

-¿Cómo te llamas? -preguntó y la niña se lo pensó por unos segundos, hasta que recordó un nombre que a ella le gustaba.

-Eris, me llamo Eris.

《...》


El sonido de la comida chispeando en la sartén me abrió el apetito, y lo hizo aún más al momento en el que dejé el huevo en mi plato.

Esta vez había tomado la precaución de levantarme dos horas antes que los chicos, por lo que me dió el tiempo suficiente para bañarme y prepararles el desayuno, ignorando las pequeñas punzadas de dolor que tenía muy de vez en cuando. También revisé todos y cada uno de los estantes de la cocina, esperando encontrar algún frasco con pastillas, o quizás algún polvo extraño, pero no había absolutamente nada.

¿Y si Dante me había mentido sobre el efecto de las pastillas? ¿Y si mis problemas se deben a su experimento?

Prácticamente había puesto la cocina patas arriba. Las sarténes y ollas estaban por todas partes, los platos y vasos estaban esparcidos por todos lados... Y mejor ni hablemos de los cereales desparramados por el suelo. Enrealidad todo esto me había servido para sacar una conclusión:

No era buena cocinando para muchas personas.

Por lo que me había encargado de llamar a uno de los tantos números de deliverys que estaban pegados en el refri.

Volví la vista al huevo quemado que descansaba en el plato e hice un pequeño puchero.

Quizás tía Sara debió haberme enseñado más cosas.

Mamá era buena cocinera ¿Por qué no podía ser igual que ella? Aveces incluso inventaba comidas extrañas que jamás había hecho, y aún así le salían bien.

Pero claro, ella había tenido una vida muy dura, para sobrevivir debía aprender demasiado rápido de la vida, y eso la llevó hasta donde estaba hoy en día.

¡Adoptemos al Diablo! [Terminada ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora