Capítulo 37| Rescate

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Una hora antes

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Una hora antes...

Dante.

-Ahí están -murmuré pasandole los binoculares a Gael.

Miré de reojo como este los tomaba sin mirarme y luego enfocó hacia la mansión de Maximus.

-Bien ¿Todos recuerdan el plan? -hablé volteando el rostro hacia los demás, viendolos asentir como soldados -Perfecto, entonces andando -murmuré.

-Esperen -habló Ares y todos nos giramos a verlo -Dante -me miró y alcé una ceja, confuso -Si algo te pasa allá afuera ¿Puedo quedarme con tú auto? -soltó, descolocandome.

-¿Qué carajos acabas de preguntar? -gruñí intentando acercarme hacia él, pero la mano de Gael en mi pecho me lo impidió.

-Ares ¿Pero qué...? -preguntó Tyrion, observandolo igual de confundido que la mayoría.

-¿Qué tiene de malo? -soltó el rubio, cruzandose de brazos -Después de todo por tú culpa Eris está ahí. Me parece justo que por lo menos des algo de recompensación por daños y prejuicios -dijo, clavando sus ojos en los míos.

Apreté la mandíbula y avancé a paso amenazante hacia Ares, notando como retrocedia hasta chocar contra un árbol. Sonreí con malicia y posé una mano bruscamente contra el tronco del árbol, a la altura de su cabeza y me incliné.

-¿Daños y prejuicios? -solté con una risa burlesca -¿Y de verdad crees que yo te pagaría algo a ti? -escupí. Mis manos volaron al cuello de su camiseta, alzándolo y estampandolo contra el tronco.

-Dante, no le hagas nada -advirtió Gael, pero lo ignoré y acerqué el rostro del rubio al mío.

-La única razón por la que no te meto un puñetazo en esa cara de niño estúpido que tienes es porque eres importante para Eris -siseé ladeando la cabeza -Y además... -lo solté bruscamente, haciendo que cayera de culo al piso -La única forma de que tengas mi auto es matandome. Cosa que nunca harás porque sino Eris te odiaría más de lo que lo hace ahora -me di la vuelta y volví a mi posición, siendo recibido por una expresión curiosa en el rostro de Gael.

-Por un momento creí que lo matarías -susurró y me encogí de hombros mientras cargaba el arma.

-Y planeaba hacerlo -le respondí mirandolo de reojo.

-¿Y qué te lo impidió? -murmuró. Alcé la cabeza, guardandome el arma en el pantalón y lo miré fijo.

-La misma razón que te impide a ti ser el mismo niño de antes -respondí volviendo la vista a la casa.

¡Adoptemos al Diablo! [Terminada ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora