Capítulo 44| Devuelta al juego

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Dos semanas

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Dos semanas.

Había pasado dos semanas desde que supe lo de Ares ¿Qué si lo había ido a visitar? Claro que no ¿Con qué cara iría a visitarlo y a explicarle a su familia que su hijo había intentado matarme y que por mi culpa estaba en esa condición?

Mis padres se habían ido hace una semana y media atrás ya que aún debían seguir con su trabajo. Mientras que los padres de Ares habían llegado hace cuatro días para acompañar a su hijo en el hospital.

Desde que Ares no estaba en la fraternidad el ambiente se sentía tenso, extraño. Diría que casi me sentía en una casa de puros extraños.

Ted se la pasaba en su habitación con una gran pila de libros. Preparaba el desayuno y la cena para todos. Iba a sus clases, se salteaba la hora del descanso en la universidad y básicamente vivía encerrado en su habitación. Hablaba poco, solo lo suficiente.

A Daven parecía que todo le valía diez hectáreas de mierda la situación. Y de hecho últimamente se lo veía en la universidad con chicas de un lado a otro, también lo veías riendo y conversando con otros compañeros de universidad. Comía en la mesa, como la mayoría de nosotros, pero cada vez que lo hacía tenía el móvil en la mano y le sonreía a la pantalla como estúpido. Pero cuando no estaba en la universidad, también se la pasaba en su cuarto, encerrado y con la música en alto.

Tyrion parecía un muñeco sin vida. Tenía unas grandes ojeras que abarcaban la mayoría de su rostro, estaba más pálido y cada vez que comía dejaba la mitad de su plato sin tocar. Su mirada estaba perdida y cada vez que le hablabas lucía ausente, perdido en sus pensamientos. Parecía que hasta respirar le costaba. Y cuando me veía desviaba la mirada rápidamente, como si hubiese cometido algún delito. Supe que después de la universidad Ted, Bruno, Tyrion y Dunkel iban a visitar a Ares al hospital y cada vez que lo hacían parecían volver un poco más muertos que vivos.

Bruno tampoco lucía mejor. Aunque por lo menos tenía a Dunkel a su lado, el peliverde prácticamente parecía que se desvivía por y para Bruno. En la noche podía escucharlo llorar y los susurros del peliverde intentando ayudarlo, contenerlo.

Dante básicamente se había instalado en mi habitación, de hecho había traído una mochila con algunas de sus cosas para hacerme compañía. Cuando todos lo vieron entrar con la mochila cargada de ropa nadie le dijo nada, ni siquiera Gael le refutó algo. Simplemente siguieron con sus vidas, como si nada. Me llevaba a la universidad, me acompañaba hasta la puerta de mis clases e incluso me pedía la comida en la cafetería, y al ver que no quería comer absolutamente nada me amenazó diciendo que si no comía y no me cuidaba a mi misma, se encargaría personalmente de ir a terminar con el trabajo que había empezado Gael, que no tenía ningún problema en acabar con la vida de Ares. Por lo que luego de esa amenaza había vuelto a comer, o al menos sigo en el intento. Estaba conmigo casi todo el día, y digo casi, porque en la noche desaprecía. Cada vez que cerraba los ojos Dante aprovechaba para levantarse e irse, llevandose consigo a Dunkel, para luego volver a las seis de la mañana como si nada ¿Qué a donde iba? Suponía que al Wissen, pero ni siquiera quería preguntar. Si estaba con otra, si estaba en el Wissen haciendo de jefe o si estaba distribuyendo droga por ahí... No me interesaba.

¡Adoptemos al Diablo! [Terminada ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora