Capítulo 34

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MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.

Capítulo 34.

El día estaba soleado, hermoso como todo lo que estábamos viviendo, por eso teníamos que disfrutarlo ya que el reloj nunca vuelve atrás.  Álex se quitó la camiseta y yo me quedé como embobada mirándolo, no me cansaba de verlo, él solo sonreía. Mi vestido de baño era negro de dos piezas. Me rodeó por la espalda y sin darme tiempo de nada se lanzó a la piscina, levanté la cabeza y le di un pequeño empujón.

—¡Aaaah, estás loco!

—Mucho. 

Sonreí, me llegaron recuerdos del primer acercamiento que tuvimos.  Lo besé dulcemente una y muchas veces, no me cansaba de besar sus labios. Katia y Mateo nos interrumpieron, saltaron al mismo tiempo.

  

—¡Ustedes no pierden el tiempo! —habló Mateo. 

—¿Qué estaban haciendo? —preguntó Katia con curiosidad.

—Lo mismo pregunto yo, ustedes se demoraron mucho organizando solo platos.

—Demasiado diría yo — Álex sonrió.

—Ustedes dejaron la cocina vuelta un caos —cruzaron miradas maliciosas, soltaron una risita.

—Total, nosotros solo organizamos.

Empezaron a salpicarnos con  agua, nosotros hacíamos lo mismo entre risas y gritos. Sin duda pasábamos momentos únicos, sin presentir que una sombra negra se aproximaba a opacar nuestra felicidad. Jugamos con un balón, reímos a carcajadas, todo era tan perfecto… pero ya saben que nada dura para siempre. 

Me quedé con los chicos mientras Álex iba  por unas cervezas, se demoró un poco y luego regresó. Pasamos un día increíble todos juntos, sobre todo por las ocurrencias de nuestros queridos amigos, no me había dado cuenta, pero tenían tantas cosas en común. Pedimos pizza para el almuerzo, luego jugamos fútbol en el patio trasero, chicas contra chicos, obvio nos dejaron ganar, realmente fue inolvidable, en la tarde llegó él taxi por Katia y mateo.

—Bueno chicos gracias por este día, la pase increíble, pórtense mal para que la pasen rico — Katia soltó una carcajada.

—Eso no lo dudes —Álex sonrió malvadamente .

—Mejor dicho, nada de perder el tiempo — agregó Mateo.

  

—Igual ustedes, juicio cada quien para su casa — sonreí.

—Obvio —respondieron al mismo tiempo. 

Agitaron la mano en el aire y se fueron. 

— Por fin solos —murmuró con su mirada llena de lujuria y una sonrisa malvada.

—¿Por qué? —sonreí con maldad. 

—¿Quieres averiguarlo? 

—Me encantaría —Sonreí.

 Entramos a la casa.

—¡Tengo una sorpresa para ti!

—En serio —Lo miré con curiosidad —. ¿Qué es? 

—Por eso se llama sorpresa, no seas curiosa.

Sonreí, él me tomó de la mano.

»Acompáñame.

Empezamos a subir, pero se detuvo en medio de las escaleras, me miró.

:—Increible lo que tú provocas en mí.

—¿Por qué  lo dices? —pregunté con curiosidad.   

©MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora