MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.
CAPÍTULO 49.
Con las pocas fuerzas que tenía la agarré de los brazos sosteniéndola, mamá trató de hablar, pero el nudo que tenía en la garganta no la dejó.
—¿Mamá le pasó algo Álex? —exclamé —. ¿¡Verdad!?
Grité, sus lágrimas no paraban y la voz no le salió así que solo asintió. En ese momento sentí que todo me daba vueltas, el aire no me llegaba, el estómago se me retorció, la garganta se me secó, mi corazón latía rítmicamente tan fuerte como si quisiera atravesar mis costillas, no me podía mover, solo sentí unas manos que me sujetaban, eran dos guardias que me sostenían al igual que lo hacían con mi mamá. Segundos después llegaron unos paramédicos, pero en mi cabeza solo se reproducía una y otra vez ese maldito mensaje. Todo dejó de moverse, solo habían ecos vacíos y una terrible oscuridad que empezaba a consumirme, entonces repetí en silencio; Álex. Reaccioné abruptamente zafándome de los paramédicos y salí corriendo abriéndome paso entre la multitud, corrí tan rápido que escuchaba los latidos de mi corazón en mis oídos, me detuve frente a Rodrigo, él estaba doblando sobre sí mismo con los brazos en las rodillas y las manos cubriendo su rostro.
Junto a él estaba Mateo de rodillas llorando por algo, Katia lo abrazaba por la espalda, al percatarse de mi presencia Katia levantó la mirada, sus ojos estaban cubiertos por una tristeza muy grande, al instante esquivó la mirada.
Me dejé caer de rodillas frente a Rodrigo y lo tomé de las manos alejándolas de su rostro, en su expresión solo había dolor, sus ojos estaban llenos de lágrimas que no dejaban de salir.
—¿Qué fue lo que pasó? —Grité con la voz ronca por las lágrimas—,que alguien me diga?
Él solo lloró, las palabras no le salían de la garganta, empecé a descontrolarme, lloré, grité, maldecí.
—¡Aaaaah! ¡Agh! Rayos, por qué nadie habla.
Empecé a retorcerme las manos frenéticamente, apreté los dedos, mordí mi labio inferior hasta que sentí el sabor de la sangre. Rodrigo se inclinó con una tristeza tan grande que se reflejó en sus ojos y me tomó de la mano.
—¡Álex tuvo un accidente! —sollozó.
¿Se puede morir estando vivo? La respuesta es sí, la vida se me empezó a escapar de las manos. Negué una y otra vez.
—No-no, no,no. Es mentira.
Katia me rodeó con sus brazos por la espalda.
—También quisiera lo mismo mi niña —susurró en un pequeño hilo de voz.
Grité con todas las fuerzas de mi alma, sentí náuseas, mis manos se congelaron, él corazón se me detuvo, al menos eso sentía yo. Me quedé en shock, al instante llegó mi madre, ella trataba de animar a Rodrigo.
—¡Aaaaah! ¡Aaaaah! ¡Aaaaah! —grité hasta que sentí que se me iba a romper la garganta.
—Paola amiga, cálmate —Katia me abrazó con más fuerza.
La miré, reaccioné, pero estaba como loca, me levanté y tomé a mi madre y a Rodrigo de la mano.
—¿Está bien verdad? ¿No es grave? —grité tan fuerte que ambos se estremecieron—, por favor, hablen.
Tenía un maldito miedo que me consumía por dentro, lo peor de todo no tenía a mi rayo de luz, ¿quién me iba a abrazar y hacerme sentir que todo iba a salir bien?
Mi cuerpo empezó a tener espasmos.
»¡Respondan! —Grité
—¡Tienes que calmarte! — murmuró mi madre.
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©MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.
RomanceMI ESTÚPIDO HERMANASTRO. Sinopsis. Mi vida era perfecta hasta que mis padres decidieron divorciarse. Un día entró otro tipo a mi casa usurpando el lugar que era de mi padre, lo peor era que tenía un hijo, o sea, tendría un padrastro y un estúpido he...