©MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.

Capítulo 20

MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.

Capítulo 20.

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Narra Álex...

Abrí mis ojos, me pesaban horrible, tenía un fuerte dolor de cabeza y sentía que se me abriría. Nunca había tomado tanto. Lo más extraño de todo era  que toda la noche soñé con Paola y sus labios, sus besos, su sonrisa y esos ojos que fácilmente te perdías en ellos, esa niña era un peligro, fácilmente podías quedar adicto a esos besos. 

Me volvía  loco el aroma que salía de su cabello, me fascinaba, me transportaba a otro mundo, perdía mi voluntad. Estaba tan borracho, pero estaba  seguro que no fue un sueño, nos besamos otra vez, estaba seguro porque tenía sus labios impregnados en los míos.

Cómo esa mocosa podía darme con un abrazo tanta tranquilidad y paz, algo que nunca antes había sentido, pero solo ella me podía dar, cómo con un sólo roce podía darme choques de electricidad, cómo podía desearla como mujer cuando según la odiaba tanto. Muchas veces dije que jamás me fijaría en ella, ahora por primera vez la veía con deseo, nunca antes me había enamorado de nadie, había tenido muchas novias, pero nunca le metí corazón porque me daba miedo enamorarme,  entregar todo y que me abandonaran, tenía pánico a eso, a sentirme abandonado otra vez como lo hizo mi madre. Por eso me confundía tanto lo que sentía por Paola, me daba  miedo averiguar la verdad. 

Hasta qué punto la odiaba… será verdad que el odio se transforma. Tenía que sacarla de mi cabeza. Tomé mi celular y entre a mi WhatsApp, revisando estados había una foto de ella en el jardín bajo el reflejo del sol, se veía espectacular, sus ojos en verdad eran tan hermosos, sus labios carnosos que solo provocan besarlos, esa mocosa parecía una diosa, su cuerpo era tan perfecto, toda ella era  hermosa.

Me quedé mirando sus fotos, tratando de encontrar una respuesta a ese descontrol que tenía en la cabeza. Lo mejor era poner distancia para no terminar más involucrados de lo que ya estábamos. ¿Qué sentirá Paola por mí?  Sus ojos me gritaban tantas cosas, pero ella no dejaba que los entendiera o era yo él que no quería entender. 

Cerré los ojos, puse música, una canción que me la traía a ella a la cabeza, respiré, tenía que controlarme, hacer como si lo que pasó el día anterior  nunca hubiera pasado, aunque lo tuviera tan presente. 

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Narra Paola… 

Llegué a casa de Katia, trataba de no recordar esos besos, tenía que sacarlo de mi cabeza...

—Amiga me tenías con la intriga, ¿qué fue lo que pasó con Álex? 

—Su papá le contó la verdad de porque su madre nunca regresó, se puso como loco.

 Le conté lo que pasó, omitiendo lo de los besos.

—Que feo, me imagino cómo debió sentirse.

—Sí.

Me invitó a comer helado, pasamos por el centro comercial luego caminamos por el parque, Katia no dejaba de hablar, yo parecía en otro mundo, sentí un empujón.

—¿Paola qué es lo que te pasa? Hace días andas en las nubes, hoy estas peor, estoy hablándote y no me prestas atención.

—Creó que me enloqueceré.

—¡No me digas que es por el estúpido de Juan!

Ella seguía hablando y se lo solté sin anestesia.

—Me bese con Álex.

—¿En serio? —quedó en   shock abrió su boca en señal de sorpresa— ¿Cómo pasó?  Cuándo, cuéntamelo.