Capítulo 10.

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MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.

Capítulo 10.

Cuando por fin se durmió solo se quejaba, no dejaba de temblar, tenía varias sábanas encima. Bajé a la cocina por agua para ponerle compresas, no entendía porque tenía que preocuparme por ella, solo lo hacía para evitar el castigo de mi padre, solo por eso, eso pensaba. Mojé  una toalla, la puse en su frente y otra en su cuello, ella no dejaba de hablar, aunque eran cosas que no entendía, apretaba mi mano y repetía una y otra vez «tengo miedo». Las gotas de sudor bajaban por su rostro, por todo el pecho, se cubría con la sábana   y  al instante se la quitaba, repetía que tenía miedo, como un maldito impulso la abracé y susurré en su oído.

—Yo también tengo miedo.

Se aferró a mi cuello, sentía su aliento caliente quemar mi rostro, me quedé inmóvil, sentí la misma corriente de antes. Cerré los ojos, repetía en mi cabeza «solo está delirando producto de la fiebre, esto no es real, no lo es» Miré sus labios y en verdad eran hermosos tan carnosos y provocativos. Me alejé bruscamente tenía que salir de su cuarto, ella solo decía que tenía miedo, apretaba mi mano, hacía ruidos extraños, lloraba y sus gestos cambiaban constantemente, podía sentir su angustia ¿pero a que le tenía miedo?  No eres la única, todos tenemos miedo, hasta yo lo tengo, pensé.

Quise regresar a mi cuarto, pero sentí un grito, se sentó en la cama de golpe, al parecer tenía pesadillas estaba bañada en sudor, me acerqué ella solo se aferró a mi cuello sin darme tiempo de nada.

—Paola tranquila —susurré. 

—Tengo mucho miedo, está oscuro, no quiero estar sola, no quiero.

Seguía delirando.

—No está oscuro, solo fue una pesadilla, duerme, descansa —traté de huir.

—Quédate conmigo, no quiero estar sola.

Me miraba con esas profundidades azules, era demasiado difícil decir no, Le dije que no me iría solo para que pudiera acostarse, puso su cabeza en mi pecho hundiendo su rostro en mi cuello, metió  sus piernas en medio de las mías, sentí las pulsaciones de mi corazón aumentar y no solo el corazón me palpitaba, eso no podía estar pasándome.

¿Por qué  rayos mi cuerpo respondía de esa manera?  Jamás me había pasado eso con esa insoportable, no, yo la odiaba, la odiaba. Ahora hasta yo estaba sudando, ella me quemaba con su calor, cerré los ojos  tratando de controlar mis malditas hormonas, tratando de no pensar que en mis brazos tenía a una odiosa de cuerpo perfecto, respiré profundo cuando sentí sus labios en mi cuello. Sentí la misma sensación de estar pegado a una cuerda de luz , la alejé y salí de su habitación.

Entré a mi cuarto tratando que mi respiración se normalizara, qué rayos había sido eso. Me quité la ropa y entré a la ducha, quería darme un baño de agua fría, lo necesitaba con urgencia.  Cerré los ojos y sentí como me refrescaba, al carajo con eso, hice todo por cuidarla, no creía que algo le pasara,  me valía lo que le pasara,  no  iba a regresar a su cuarto, no lo haré. Sentí un mar de emociones que me era imposible entender, me llenaba de frustración, no podía entender nada, lo mejor era ignorarla como siempre lo hice, buscar la manera de alejarla de mí. Regresé a la cama, eran las tres de la mañana, cerré los ojos solo quería dormir y que al despertar eso solo hubiese sido una maldita pesadilla. 

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                      Narra Paola …

Sentí la luz que entraba por mi ventana, abrí los ojos poco a poco, miré la hora eran las nueve de la mañana, sentía mi cuerpo pegajoso, por lo que sabía la noche anterior había tenido fiebre. Solo recordaba cuando  bajé a la cocina por agua, luego no sabía qué había pasado. Nunca había tenido una fiebre tan alta.

©MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora