Capítulo 5.

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MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.

Capítulo 5.

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                      Narra Álex... 

Estaba tan concentrado en el camino cuando escuché los gritos de los compañeros sobre todo los de Katia.

—¡PAOLA!

Mi hermanastra al parecer resbaló y cayó al agua, era un charco muy profundo, Katia no dejaba de llorar.

—¡Alguien que la ayude, Paola se va a hogar! —gritó como loca.

—¿Ella sabe nadar? —pregunté con el ceño fruncido.

—¡No sabe, no ella no sabe nadar, no sabe! — respondió  aterrada.

Todo era caos, gritos, desesperación. El profesor y Juan estaban muy arriba de nosotros, yo estaba como en shock.  La odiaba, muchas veces quise que desapareciera, pero esto era una rara sensación, sin pensarlo me lancé al agua, sentí el vacío al caer, ya que estábamos a varios metros, al entrar al agua empecé a nadar lo más rápido que podía, alcancé a tomarla de un brazo, ella trataba de luchar con las pocas fuerzas que tenía, sentí el pánico y su angustia, se aferró de mi cuello con fuerza, la sujeté de la cintura y en segundos se desvaneció en mis brazos.

Nadé lo más rápido que podía, estaba muy profundo  y no era nada fácil, la saqué hasta la orilla, estaba inconsciente y  muy pálida, me quedé paralizado al verla como sin vida,  su rostro no tenía color y creía que ni respiraba, salí de mi trance cuando escuché   los gritos de todos los compañeros y el profesor.

—Álex empieza con los primeros auxilios.

El profesor me gritó, yo estaba como en shock. Le hice señas con los hombros, de no entender nada.

»¡Dale respiración, hazle presión, rápido Álex. ¡Haz reanimación!

Al parecer me tocaría a mí, porque mientras ellos bajaban sería demasiado tarde, la única manera de llegar aquí era lanzarse al agua. Era una sensación extraña, muchas veces le deseé la muerte, pero verla así, era una sensación muy fea. Empecé con la reanimación, RCP, apliqué 30 compresiones rápidas y fuertes, le di respiración, hacía presión en su pecho una y otra vez, sentía la adrenalina a mil correr por mis venas. Abrí su boca  y puse mis labios sobre los suyos,  trataba de darle todo el aire posible, aumentaba la frecuencia, estaba fría, sentía que el corazón se saldría de mi pecho.

Nuevamente vacié todo el aire que tenía en su boca, entonces  respiró profundo, empezó a toser y a escupir toda el agua que tragó, levanté su cabeza con cuidado, sus manos temblaban, su reacción fue ponerse a llorar, estaba en shock. No respiraba bien, seguía como ahogada, aunque no me caía bien, sentí feo verla así en ese estado, puse en práctica todo lo que sabía, tratando que el oxígeno le llegara, le hablé, pero ella parecía no entender, apretó mi mano, podía sentir su miedo.

—¿Paola, me escuchas? —exclamé.

Ella solo lloraba y temblaba, se llevaba las manos al pecho, seguro le dolía por toda el agua que tragó, abría sus brazos para que el oxígeno entrara, se aferró de mi mano, la miré a los ojos podía ver pánico en ellos, tome su rostro en mis manos.

—¿Paola dime cómo té sientes?  todo estará bien, mírame.

Su cuerpo no dejaba de temblar, sus ojos se quedaron fijos a los míos, una tras otra salían sus lágrimas, estaba helada, igual que el agua.

»¿Dime, estás bien?  respira conmigo, todo pasó.

Solo asintió, traté de calmarla, pero lo peor faltaba, la única manera de regresar a bajo, sería saltando cascada por  cascada y eran  cinco, no había otra manera. Luego de unos minutos empezó a respirar  mejor, él profesor gritó.

©MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora