Capítulo 48.

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MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.

CAPÍTULO 48...

Me besó largo y con fuerza incendiando mi sangre, susurró contra mi boca;

—Te deseo mucho.

 Bajé mis manos por su perfecto abdomen, inhaló con fuerza, lentamente saqué su camisa sobre sus hombros y la dejé caer al suelo. Deslizó sus labios por mi mandíbula succionando  suavemente, mientras  mis dedos bajaban a su cintura quitando el botón y bajando la cremallera, sentí su erección firme contra mí.


Moría por estar en sus brazos porque estaba  segura que tendría que pasar mucho tiempo para estar con él nuevamente. Subió mi vestido de un solo halón dejándome solo las bragas, él se terminó de quitar la ropa que aún llevaba puesta sin alejar su mirada de la mía.

Álex apretó la piel de mi pecho con sus dedos, mordió, lamió las curvas de mi cuello y hombros haciéndome gemir de placer, dibujó patrones sobre mi cuerpo con toques ligeros, con caricias duras y luego con besos suaves. 

—Álex yo no puedo soportarlo más… Por favor… Tómame…

La punta de su lengua delineó el contorno de mi oreja. Álex sonrió suavemente enviando otra ola de escalofríos por mi piel, sus dedos empezaron a bajar por mi cuerpo hasta llegar a la tela húmeda de mis bragas, la apartó, pero se detuvo.

—¡ÁLEX! —gemí.

Sus dedos se apretaron acariciándome entre las piernas, gemí en voz alta mientras él seguía acariciándome descaradamente, sentí la debilidad caliente cubrirme. Apreté las piernas tratando de detener el placer que se acercaba, pero eso solo lo fortalecía, era incapaz de mantener todo ese placer dentro del cuerpo, estallé llegando al clímax. 

Intenté recuperarme mientras Álex me miró descaradamente tocando con los dedos los sitios que estaba estudiando, él levantó mi pierna, la acarició y me penetró lentamente sin dejar de mirarme a los ojos.  De repente todo se desvaneció, solo quedaban sus ojos, él se movió llenándome de deseo. Envolví las piernas alrededor de su cintura acurrucándome lo más cerca posible, aumentó sus movimientos, el dulce dolor me apretó, era realmente placentero. Él siguió moviéndose rápidamente sin permitirme descansar, no se detuvo hasta que sintió que yo estaba a punto de estallar. 

—No quiero que olvides este día —Álex gimió con voz ronca.

Intenté responder, pero apenas podía distinguir mi aliento. Mis caderas se columpiaban ante sus toques, me embistió con más fuerza hasta que perdí el control, mis manos se deslizaron por sus bíceps  dibujando cada músculo, sentía cada contracción mientras él seguía entrando en mí, su respiración se aceleró, su cara se tensó y entonces se sacudió dentro de mí llegando juntos  a la cima, llenándome de él, una lágrima rodó por nuestras mejillas, una mezcla de alegría y nostalgia.  



Álex se tumbó en el césped boca arriba colocando las manos debajo de la cabeza, se quedó mirando el cielo, me volví de lado y empecé a mirarlo. Empecé a sentir una presión en el pecho, no pude resistir más y terminé llorando. Álex se giró y me miró con sus ojos cristalizados, deslizó sus dedos por mi cabello e inhaló, no le salían las palabras, solo me abrazó. 


Sentía el corazón desarmarse en pedacitos, en 8 días estaríamos separados y eso era  más fuerte que yo, incluso no sabía cómo soportarlo. 

—Álex —murmuré. 

—No llores nena — sentí su respiración pesada cuando pasó saliva.  

—Esta es nuestra despedida y lo sabes, las despedidas son amargas y duelen. 

©MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora