Capítulo 15.

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MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.

Capítulo 15.

Cuando desperté Álex estaba dormido en el mueble, ¿cómo es que ese arrogante podía verse tan guapo  dormido? Respiré profundo regresando a mi realidad. No sabía que me dolía más, las marcas en mi cuerpo o la traición de Juan, yo lo quería de verdad, pero él solo quería tener sexo conmigo. Gracias a Álex no lograron lo que querían, ilógico, al parecer él siempre estaba en el lugar indicado para salvarme. 

Me quité la sábana y me subí la bata, estaba llena de moretones en los muslos, el abdomen incluso en el cuello, sentí asco de solo imaginar sus manos tocando  mi cuerpo. Me bajé de la camilla y caminé hasta el baño, cerré la puerta, me recargué  deslizándome por ella. Lloré porque tenía que sacar eso que tenía clavado en el pecho, ¿por qué mi vida era tan miserable? Siempre me pasaban cosas malas, sentí que tocaron la puerta.

—¿Paola estás bien?

 Al no recibir respuesta  abrió la puerta, estaba sentada en el suelo abrazando mis rodillas, tenía la mirada perdida, se hincó de rodillas frente a mí.

»¿Paola estás bien?  —volvió a preguntar. 

—Mi vida es un asco.

 Lo miré a los ojos, esos ojos que me decían tantas cosas que no entendía, que él ocultaba y no me dejaba descifrar.

»Todo lo que me pasa, esto es una mierda  

—¿Quieres que le avise a Estefanía?

Puso sus manos en mi rodilla.

—No por favor — Lo tomé de las manos—.No quiero que nadie se entere de esto.

—Tienes que denunciarlos a la policía —Frunció el ceño. 

—No, no, esto es muy vergonzoso. No quiero que nadie se entere, ya suficiente que lo sepas tú.

No pude contener las lágrimas, no era mi imaginación sus ojos estaban cristalizados.

—Está bien si así lo quieres tú, pero cálmate. 

Sin pensarlo lo abracé, por extraño que parecía él me daba una tranquilidad que nunca antes había sentido. Me sentía segura en sus brazos, ¿qué loco no? Al principio se quedó inmóvil, luego correspondió a mi abrazo. Me ayudó a levantar quedando tan cerca que sentía su aliento caliente en mis labios, en ese momento llegó el doctor, ambos regresamos a la realidad. ¿Qué hubiese pasado dónde el doctor no hubiera interrumpido en esos momentos? No sabía  que se pasaba por su cabeza, pero tenía muy claro lo que pasaba por la mía.

Eso no podía ser real… Él médico me revisó, me dijo que podía irme a casa, Álex tenía que firmar la salida, el doctor insistió con llamar a la policía.

—Lo haremos mañana, ahora Paola sigue muy afectada, hablaremos con nuestros padres e iremos.

Después de tanto insistirle el médico por fin aceptó, Álex logró convencerlo.

—Ok, está bien, pasa para que firmes el alta —El médico salió, Álex me miró.

—Gracias de nuevo.

—Me debes muchas —rodó los ojos. 

—Eso lo tengo claro. 

Salió de la habitación. Luego de unos minutos llegó con el papel de salida. Eso era chistoso, ahora él se hizo pasar por mi acudiente para poder salir de ese lugar sin que mi madre se enterara ni nadie. Tal vez me equivocaba al quedarme callada, pero bastante había sufrido ya para tener que pasar otra vez por el señalamiento de la sociedad. Se recargó en la pared con su mirada tan penetrante y dijo.

©MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora