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La joven miró las batallas entre neófitos bastante entretenida sabiendo que nadie podía verla ni mucho menos hacerle daño, probablemente todos excepto Jasper.

—¡Eso fue magnífico! —la muchacha aplaudió con una sonrisa, le echó una breve mirada al vampiro de cabellera dorada, quien miró de vuelta a la joven—.

—Siguiente —dijo la vampiresa de nombre María—.








(...)








La noche cayó, en el establo abandonado sólo se encontraba Jasper, quien estaba en compañía del fantasma de la joven Julieta.

—Debe ser difícil... —la joven miró al vampiro— tener que hacer ese horrible trabajo de tiempo completo —.

—Es agobiante, sí —el vampiro miró a la joven— pero es la única forma de sobrevivir —.

—Supongo que entonces haces esto por el mero mérito de sobrevivir —.

—Es la única forma de mantenerme aquí —.

—¿Pero con qué propósito? —.

—Adueñarse de las tierras, el sur siempre ha sido más hostil... María quiere quedarse con estas tierras... —.

—Ya veo... —la joven miró la luna y las estrellas con gran ilusión— es extraño... No tener que cargar con mucho peso... Física y metafóricamente hablando... Me hace pensar... Que estoy viva... Pero no lo siento así... Sé que no es así... —.

—Lo entiendo... —el vampiro miró a la muchacha— Lo entiendo como no tienes idea... —.








(...)








Los meses pasaron con bastante monotonía, pero con gran resiliencia.

—Charlotte y Peter son los únicos que pueden verme además de ti —la muchacha se acercó a los vampiros—.

—¿Cómo es que eres así? —Charlotte preguntó con curiosidad—.

—No lo sé... —la muchacha sonrió— pero soy el fantasma más amable que vas a conocer jamás —.

—Seguro... —.








(...)








Julieta miró harta las peleas de los neófitos, y entonces decidió molestar a María, quien como siempre, huyó despavorida aún siendo vampiro a causa de Julieta, a quien no podía visualizar.

Una noche en particular la muchacha miró a María acercarse a Jasper.
Algo que la puso alerta.

—Jasper... —la vampiresa llamó— ¿Has acabado ya? —el vampiro miró a la mujer—.

—Sí... —mintió, Peter y Charlotte habían escapado—.

—De acuerdo... Como sea... —la mujer posó su mirada sobre el joven, tomó el rostro del vampiro entre sus manos y sonrió— has estado haciendo un gran trabajo —.

Julieta rodó los ojos para luego mirar a la mujer estampar sus labios contra los del vampiro.

La muchacha tocó suavemente el hombro de la vampiresa, quien entonces volteó asustada.

—¿Jasper? —María miró por primera vez a la muchacha castaña que la miraba con el ceño fruncido—.

Julieta estiró su mano tratando de alcanzar a María, el tacto se volvió helado, aún más que el de la misma vampiresa.
Pero el vampiro no podía ver nada.

—¿Qué está sucediendo? —la mujer habló aterrorizada—.

—No entiendo... —el vampiro trató de entender las emociones de la mujer, pero no sabía nada—.

Julieta sonrió convirtiendo aquél gesto en una mueca, tomó el cuello de María entre sus heladas manos, y de pronto susurró algo que la vampiresa no pudo entender.
El granero abandonado quedó en un silencio sepulcral cuando todo se oscureció y la luz de la luna pareció ser lo único que les dejaba ver al par de vampiros.

Jasper miró a Julieta, su silueta era iluminada por la luz de la luna, brilló como si se tratase de diamantes, pero había algo diferente, algo que le hacía saber que no era la Julieta que conocía.

Lágrimas de sangre escurrieron por sus mejillas.

Y un sonido de algo rompiéndose sonó en el vacío lugar.
La cabeza de la mujer estaba fuera de sí, y una luz adornó el corazón de la muchacha.
El vampiro se acercó rápidamente a la muchacha quien miró al vampiro.
El lugar volvió a oscurecerse, y el cuerpo de María se encendió en llamas, un hombre de traje negro, de piel increíblemente blanca y de sombrero caminó hacia ambos.

—Julieta Jefferson —la estruendosa voz del hombre alertó al vampiro—.

Una tarjeta blanca con letras negras en manuscrito estaba entre las manos de este, el hombre estiró la mano hacia la muchacha.

—Se ha hecho justicia —habló el hombre— es hora de irnos. —.

—¿Qué? ¡No puedes llevártela! —.

El hombre quitó su sombrero dejando ver un rostro inimaginable, aquel rostro que conocía perfectamente el vampiro.

—Claro que puedo hacerlo —estaba jugando con su mente—.

La muchacha miró al vampiro, tomó la mano del hombre.

—¡No puedes hacer esto! —el hombre tiró un dije en las manos del vampiro—.

—Es la mitad del corazón de la bruja, tómalo u olvídate de ella —el hombre se colocó su sombrero y sonrió—.

El hombre hizo desaparecer a la muchacha, guardándose en el bolsillo una especie de amuleto.

—Cuando encuentres el lugar de fantasmas, cuando encuentres a la otra mitad del corazón, vas a recuperarla; cuando decidiste llevarla contigo hiciste un trato conmigo, y nadie hace tratos con el diablo... Hasta entonces, nos veremos, amigo mío. —el hombre rió con locura, hasta que caminó fuera del granero, desaparecido entre las sombras.

Entre la oscuridad.

Entre el mal.

GHOSTIN - Jasper Hale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora