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—¿Estás lista? —la castaña asintió subiendo a la motocicleta del rubio miel—.

—Supongo que de verdad hablabas enserio —Abbey se colocó su casco para luego sujetarse correctamente de la cintura del rubio—.

El rubio aceleró en cuanto arrancó, llegando rápidamente a su destino, cuando la motocicleta paró de nuevo, el rubio miel se bajó de la motocicleta junto a la castaña, quien con su casco en mano caminó al lado del rubio.

—Mi madre te amará seguramente, adelante —el rubio miel dejó entrar a la muchacha, quien agradeció con una sonrisa; no era el sentimiento que hubiese imaginado, se sentía incómoda.

El rubio le tomó de la mano y le encaminó a la segunda planta, donde la cocina se encontraba, el olor tan familiar de la comida italiana inundó las fosas nasales de la muchacha, quien sonrió al oler tan complaciente fragancia.

—Esme, Carlisle —llamó el rubio miel a sus padres adoptivos cuando estuvieron en la cocina—.

—¡Abbey! —la mujer de unos hermosos cabellos caoba y rostro en forma de corazón le rodeó en un abrazo— es un placer conocerte por fin. —.

—Nos has dado una razón para usar la cocina por fin. —mencionó el doctor—.

—Espero que tengas hambre —.

—Por supuesto... Gracias por tomarse la molestia de cocinar algo para mí —la castaña le sonrió a la pareja—.

—Eres muy hermosa, mucho más de como Jasper te describió —la mujer le sonrió dirigiéndola a un asiento en la barra de la cocina—.

—Gracias —pronunció Abbey con un leve sonrojo en sus mejillas—.

El tiempo pasó rápidamente, y cuando la castaña terminó, el rubio miel lució ansioso por mostrarle las demás partes de la casa.




(...)




—Por allá está el despacho de Carlisle —dijo el rubio miel señalando con la mirada, y esta, es mi habitación —el muchacho paró frente a una puerta de color blanco, cuando el mismo a abrió, frente a los ojos de la castaña, un gran ventanal en lugar de una pared, y dos paredes más de un color blanco marfil decoradas con enormes libreros llenos de libros tanto antiguos como más recientes, cientos de títulos que probablemente la castaña ya conocía, un sofá de cuero negro que combinaba a la perfección con el roble oscuro de los libreros, y en una pequeña mesa de noche con una linterna de lectura; en un cuadro, una foto instantánea de el vampiro y la joven.

Ambos jóvenes entraron con calma a la habitación, la esencia del vampiro estaba impregnada en la habitación, y ese olor a la fragancia que tanto le gustaba a Abbey que usara el rubio miel también inundó la sala.

—Tal vez no es mucho... —la castaña se quedó callada ante las palabras del muchacho, hasta decidir hablar—.

—Es perfecto —una diminuta sonrisa adornó los labios de la castaña, quien caminó curiosa por mirar los títulos que adornaban los enormes libreros—.

Y entonces, al mirar la foto instantánea enmarcada su sonrisa se desvaneció.
No sabía cómo sentirse al respecto, estaba asustada de que todo volviera a la normalidad y que él dejara de amarla.

—¿Tal vez debía ser más grande? —

—No se trata de eso... Es... Sólo... El momento —dijo con un hilo de voz la castaña—.

Alice tomó esa foto hace unos meses, cuando comenzamos a salir sin nada oficial, en ese entonces había menos dolor porque no había nada más.

Aquél recuerdo le inundó la mente.

—¿El momento? —.

—En ese entonces habíamos comenzado a salir sin nada oficial, creo que fue un buen momento... —.

« Aunque probablemente hubiese sido mejor dejarlo así, no habría arrepentimientos, ni dolor, ni nada que pudiese alejarlo de mí. »

Supongo que era algo que debía... Suceder, ¿No es así? El comenzar a salir en una relación seria, ¿No es eso lo que los chicos de ahora hacen? —.

La castaña sonrió incrédula para luego negar.

—No siempre es así —la joven miró por el enorme ventanal— a veces... ¿Cómo puedo decirlo?... Ambas partes están enamoradas, sin embargo, no hay relación, cada uno puede irse en el momento en el que deseen; las cosas se alinean solas. —.

—¿Se alinean solas? —.

—Puedes estar tan cerca de tenerlo todo, lo que quieras al alcance de tu mano, sin embargo; si alguno de los dos cambia, todo cambia también... Sin razón alguna, la gente cambia, Jasper. —.

—¿Pero por qué cambiar si estás seguro de que amas? —el joven se colocó al lado de la muchacha—.

—Porque simplemente así son las cosas, y si no amabas totalmente a la persona de la que estás enamorado... Las cosas serán distintas, nada va a funcionar, tienes que estar enamorado del antes, del ahora y del futuro... Escucha. —la castaña le miró— sé que realmente no me amas como dices hacerlo... —.

—¿Qué? ¿Por qué? —.

—Porque no eres capaz de aceptar que yo no soy Julieta. —.

El rubio miel se quedó callado.

—He estado intentando... He estado cambiando por ti... He intentado enamorarte, te di todo, y cuando quiero todo de ti simplemente pareces no entender... Que mi alma ha cambiado.

«El amuleto va más allá de lo inimaginable, para poder salvar mi alma ambos debemos entregar nuestros corazones sinceramente»

Jasper recordó aquellas palabras.

—Te amo sinceramente, Jasper Hale; aprecio que quieras salvar mi alma... Pero me duele demasiado... Y sólo quisiera preguntarte algo, ¿Por qué? —.

Abbey, con la mirada perdida en los orbes dorados del muchacho, suspiró.

—El baile de primavera será en un mes... Vayamos a buscar el lugar de los fantasmas después... Creo que me iré ahora. —.

Abbey comenzó a caminar hacia la salida de aquella habitación, el rubio miel le miró y le tomó de la mano, acercándola a él para luego estampar sus labios contra los de ella.




(...)









En la locura y el suelo de esa triste escena terrenal
Solo entonces soy humano”.









GHOSTIN - Jasper Hale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora