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—El baile de primavera es encantador —la castaña miró a su amiga la morena—.

—Lo es, supongo —.

—Creí que vendrías con Jasper.

—Quedé de verme aquí con él —.

—¿Entonces... No te importará que te deje un momento sola, o sí? —.

—No, en absoluto... —.

La morena asintió yéndose a encontrar con su pareja del baile, la castaña suspiró mirando su teléfono.

—Estoy aquí —la castaña miró al rubio miel con la mirada brillante, el corazón casi se le sale posterior a tremenda impresión—.

La joven le miró con ilusión, como si hubiese sido la primera vez que le hubiera visto, como la primera vez que le conoció.

Observó detalladamente al muchacho, apreció sus cabellos ondulados estar bien peinados por primera vez, y le miró por primera vez en un traje color negro.

—¿Y bien? —.

—Siento que voy a llorar ahora —dijo la muchacha— supongo que eres tan hermoso que lo vale —.

El joven rió con una sonrisa brillante, abrazándola.

—Vayamos adentro, vayamos a bailar un rato —.







(...)









Alguna canción lenta sonó en el enorme salón de fiestas.
La castaña saludó de nuevo a su amiga la morena desde lejos, y una extraña corazonada, en una especie de Deja Vu, le hizo sentir extraña.

—Bailemos un poco.

—De acuerdo.

La melodía convocó a todas las parejas de aquél baile a bailar un poco al ritmo de la lenta balada.
El tiempo transcurrió lento para la joven, quien se dedicó a seguirle el paso a su compañero.

«Y si pudiera elegir un momento en especial para que durara por y para siempre, elegiría este; porque no tengo que preocuparme por perder al amor de mi vida ni por perder mi propia vida, sólo por seguir el ritmo de la música»


Cuando la melodía la joven miró con los ojos brillantes al vampiro, quien le besó la frente.









(...)









—Te veré mañana entonces —el rubio miel aparcó frente a la casa de la castaña—.

—Supongo —Abbey miró por última vez al joven—.

—Abbey —.

—¿Si? —.

—Olvídalo... Te veré mañana, vendré a recogerte. —.

—De acuerdo —la muchacha simplemente bajó del auto—nos vemos mañana —Abbey cerró la puerta del auto dirigiéndose a paso lento a su casa—.











(...)











Abbey dejó sus cosas en su cama y se sentó en la misma, se quitó los tacones y suspiró revolviendo su cabello.

«¿el final debía ser así?»

La puerta sonó.

—¿Puedo entrar? —.

—Sólo entra, Robert —.

El joven entró con el rostro calmado.

—¿Estás bien? Te vi un poco desanimada... —.

—Gracias por preocuparte —.

—¿Estás segura de que no necesitas contarme nada? —.

—Lo estoy... —.

—Bien, entonces me iré y te daré tu espacio, no tienes qué preocuparte por levantarte temprano, el semestre terminó —.

—Lo sé, gracias. —.

—Buenas noches —el muchacho se encaminó a la puerta—.

—Buenas noches. —.










(...)










«Se que es raro escribirte algo después de la despedida, pero realmente necesito decirte que agradezco lo que hiciste por mí, a pesar de que al final no fui quien esperabas; sé que no hay finales felices.
Pero realmente esperaba uno, cuando recupere mi alma todo habrá acabado, no tendrás porqué seguir quedándote a mi lado, ni mucho menos obligándote a aceptar lo inevitable.
Gracias por todo; en esta, mi última vida realmente esperaba vivir mucho más, pero veo que es imposible.
Espero que puedas encontrar a quien de verdad esperas, y espero de verdad que puedas encontrarte mejor después de esto; el trato que hiciste terminó, no debes preocuparte, estaré bien supongo.
Gracias de nuevo, te amo»











(...)











Abbey miró la carta que había escrito, entonces simplemente la dobló y la dejó en su escritorio.
Se levantó de la silla y se fue a recostar.

Abrazó a su almohada tratando de encontrar la posición correcta para poder dormir, pero el dolor que sentía en el pecho le impedía dormir, el nudo en la garganta le ganó y de pronto estaba ya llorando.

Probablemente la castaña no lo sabía, pero el rubio miel le observaba desde la ventana, en silencio, y muriendo por el dolor que emanaba la muchacha.
Odiaba verla así por su culpa, odiaba verla llorar.

No sabía qué era exactamente lo que había hecho para tener que verla sufrir de esa manera, no se había dado cuenta aún.

Pero Abbey se había percatado de ello desde un principio, porque sabía perfectamente que él había estado esperando por Julieta, no por ella.
Probablemente para Jasper era la primera vez que experimentaba esa sensación, nunca había podido amar correctamente porque había sido su primera vez; había sido su primer amor.
Era inexperto, pero ahora tenía casi dos siglos de edad, no podía vivir de la misma manera en la que lo había estado haciendo.
Tampoco podía esperar a que se arreglaran las cosas.
Tenía que actuar antes de que todo terminará definitivamente, antes de que no hubiera remedio, antes de que ella desapareciera.










(...)












El amor se hunde y la esperanza flota
En un rio de lagrimas”.













GHOSTIN - Jasper Hale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora