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Se la pasaba mirándolo. Sin duda algo de ese chico le atraía. Quizá y muy probablemente era ese aire misterioso y frío de su persona.

Siempre estaba solo, y no entendía el porqué; ¿Es que no le caía bien nadie de ahí?, ¿Es que no creía a los demás merecedores de su compañía?, ¿O es que le molestaban las personas? ¿O simplemente le gustaba la soledad?
No sabía, pero le interesaba saber.

Ese día no fue muy distinto a los demás. Era la hora del almuerzo. La cafetería estaba a reventar.

Caminaba con la bandeja de comida en las manos hasta la mesa de sus amigos, cuando lo vio entrar. Sonrió de lado y lo siguió con la mirada. Sin embargo, él ni siquiera lo notó, no pareció notar a nadie. Y eso solo llenaba a Fred de intriga. Lo vio sentarse en una de las últimas mesas, traía un libro bastante grueso en las manos. Se notaba que le gustaba leer. Cómo le hubiese gustado ser ese libro tan suertudo.

Casi choca con la espalda de alguien por no poner atención a su camino.

Se sentó rápidamente en la mesa y continuó mirándolo desde su sitio.

Él, se mantenía ajeno a todo cuanto pasaba a su alrededor, con la cabeza metida entre las páginas del libro.

Enredos De Un EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora