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Eran al rededor de las dos de la tarde. Había salido hacía unos quince minutos, esperaba impaciente en la entrada de la escuela, meciendose de un lado a otro y con la vista al frente, en el mar de personas que al igual que él, salían de sus aulas; esperando al chico de cabellera rubia y mirada fría.

Mordía su labio inferior y de vez en cuando se estiraba para alcanzar a ver más allá de las miles de cabezas que le obstaculizaban.

Cuando salieron las últimas cinco personas, perdió las esperanzas. Quizá había salido temprano. A lo mejor se le presentó algo y no pudo asistir, o simplemente no quiso ir.

Un suspiro pesado escapó de los labios del joven de piel pálida, totalmente dolido. Su amor lo había dejado plantado, en la cita que quizá era la única forma de acercarse a él. Ahora estaba más que convencido de que no tenía ni una sola oportunidad con el albino.

Se echó la mochila al hombro y a paso desganado se marchó. Ese día, ni siquiera tomaría el autobús.

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Enredos De Un EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora