61

148 24 5
                                    

Club de poesía.
Foxy agradecía que el año estuviera por terminar. Así podría inscribirse a un club mucho mejor, como el de cocina, el de dibujo, o cambiar el club por actividades deportivas, quizá el equipo de basquet de la escuela, No mejor no. Ahí también estaba el albino. Claro que a Fred le caería de perlas que entrara, así lo mantendría vigilado, aunque él mismo ya lo hacía, puesto que nunca se perdía un entrenamiento y suponía próximamente hasta los partidos. Pero, ¡Hey! El año termina, ¡El año termina! Y con él, el reinado de terror del tal Gold, (bueno quizá exagera en esa parte) ya que pasaría a un grado mayor, en otra escuela. ¡Sí! hasta que podrá respirar el aire puro y limpio de peste. No es que no le agradara pero...¡Nah! ¿A quién engaña? No lo soporta. ¿Por qué? Quién sabe, solo no lo hace. Su sola presencia lo hace rabiar. Quizá es por que no hace ruido alguno, por su forma tan correcta de andar, por su forma tan impecable de vestir o porque en un par de meses había acaparado por completo a su amigo. En fin, es un misterio. ¡Y miren! Hablando del rey de roma.

Su entrecejo de frunció levemente al ver al albino entrar. Mírenlo ahí, en su asiento siendo tan perfecto, garabateando en su estúpido cuaderno.

No entendía qué era lo que Fred le veía. El pobre diablo no parecía nada interesante, quizá raro, pero nada fuera de lo ordinario.

—¿Qué de bueno puede tener un simple rubio oxigenado?—exclamó con el entrecejo fruncido

—Ah, creeme que no lo sé—. Foxy se giró al instante, casi como la niña del exorcista,  encontrándose con otro rubio—. Lo siento, no quería asustarte— rió a lo bajo, observando al sorprendido y sonrojado chico que claramente no esperaba ser escuchado— ¡Soy Golden!

—...Foxy...—. El rubio sonrió.

Enredos De Un EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora