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Perfecto. Se había convertido en el "espía encubierto" personal de Fred.

¿Ahora quién parecía raro?

Se dirigía a la clase de poesía.

La tomaban en uno de los cubículos de la biblioteca. Llegó temprano. La única persona que dentro aguardaba, era el albino. Y como había dicho, escribiendo sabrá Dios qué en el cuadernillo que cargaba a todos lados.

¿Y si se acercaba? Vamos, le daba consejos a Fred pero ni él mismo los seguía.

Se sentó en su lugar y fingió leer un libro.

En eso la puerta se abrió. Dejando al descubierto a la maestra.

—Ah, aquí estás, Gold. Ven, necesito hablar contigo— mencionó con su típico tono de voz dulce.

El nombrado no dijo nada. Cerró el cuaderno y lo llevó consigo. Como si temiese que algo le fuese a pasar en su ausencia.

Luego alumno y maestra salieron del salón. Cosa que Foxy aprovechó.

Se levantó de su lugar y antes de hacer nada, se aseguró de que ya se hubiesen marchado. Se asomó hacia afuera y los observó alejarse por el pasillo. Cerró nuevamente y se acercó al lugar del albino.

Con cuidado de no mover mucho y a sabiendas del terrible cargo de conciencia que tendría, empezó a revisar las cosas del chico. Nada parecía fuera de su lugar. En su mochila no había más que libros, lápices, cuadernos. Metió la mano dentro de uno de los bolsillos frontales del bolso y encontró el móvil.

—¿En serio? ¿Se lleva un estúpido cuaderno  que nada qué ver, pero deja el móvil?

—¿Qué haces revisando mis cosas?

Escuchó a sus espaldas. Sintió como toda la sangre del cuerpo se le iba a los pies.

Enredos De Un EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora