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Se dio la vuelta y se encontró con el (en ese momento) despreciable rostro del azabache, con una sonrisa de oreja a oreja, parado en el marco de la puerta.

—¡Idiota! ¡Casi se me sale el corazón por la boca! — se quejó Foxy, realmente aliviado de que quien lo haya descubierto no hubiese Sido el albino, y solo el pendejo de su amigo.

—jejeje, así has de traer la conciencia—, se burló el azabache cerrando nuevamente el salón y acercándose a su amigo.

—pues sí, me haces hacer el trabajo sucio — se defendió Foxy, totalmente indignado.

Mas, Fred estaba demasiado ocupado husmeando en las cosas del albino.

Foxy rodó los ojos con fastidio.

—uuh~ ¿esto es su móvil?— preguntó tomando el aparato.

—Sí. El muy idiota prefiere llevarse el cuaderno, pero no el teléfono. Ya lo veré cuando necesite hacer una llamada de urgencia.

Fred sonrió. Encendió la pantalla y como era de imaginarse, el aparato estaba protegido por una clave.

—rayos. ¿Cuál crees que sea su contraseña?

— no sé, pero de seguro no es su fecha de noviazgo. Ni el nombre de su shipp — dijo el pelirrojo burlón, logrando que el entrecejo de su amigo de frunciera.

—¿Ah así? — retó el de ojos plata— pues apuesto que él no es tan pendejo como para poner como clave: 1, 2, 3

—¡Dijiste que ya no hablaríamos de eso!

—¡Tú empezaste!

—¡Ya pues! ¡Y date prisa que viene de regreso!

Los ojos de Fred se abrieron. Las manos le punzaron y hasta le empezaron a sudar.

Acomodó nuevamente todo en su lugar.

—¿Dónde mierda estaba esto?— preguntó haciendo referencia al celular.

—en la bolsa de enfrente— respondió Foxy — ¡Y apresúrate

—voy— terminó de arreglar el pequeño desperfecto. Ya se disponía a salir del salón, pero regresó al lugar del albino para tomar la lapicera de tinta negra que había sobre la paleta de la banca. No se iría con las manos vacías— tú vienes conmigo — susurró, para después salir corriendo del cubículo.

Foxy sonreía mientras negaba levemente y regresaba a su asiento.

Segundos después entró la maestra, acompañada de Gold, este tomó su lugar, dispuesto a continuar donde se había quedado en lo que empezaba la clase y llegaban los demás compañeros. Pero se percató de que su lapicero no estaba donde lo había dejado. Buscó debajo de su asiento, bajo los libros y mochila pero nada.

Mientras tanto, Foxy reía a lo bajo, aún fingiendo leer un libro que estaba al revés.

Enredos De Un EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora