54

135 23 0
                                    

Se la habían pasado jugando como un par de niños hasta que la tarde cayó.
Cuando pasaron a recoger al albino, este insistió en llevar a Fred hasta su casa. Fred primero se negó, pero ante lo caprichoso que se había puesto Gold con la idea, no tuvo más remedio que aceptar.

Ambos iban en el asiento trasero del moderno y sofisticado auto de color negro y asientos de piel. La bici, viajaba en el maletero.

Fred, sonreía como nunca antes y por sus ojos se asomaban pequeñas lágrimas. Gold se había quedado dormido, recargado en él. Aferrado a su brazo y recargando su cabeza sobre su hombro. Se veía tan hermoso. Tan perfecto. Tan lindo. Estaba seguro de haberse enamorado mil veces más. Claro que aprovechó para sacar un foto del memorable momento.

No quería llegar a su casa. No quería que lo soltara. No quería que el día acabara. Quería quedarse así, por cien años más.

Enredos De Un EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora