27

172 32 29
                                    


—¿Están seguros de esto?— inquirió con los nervios a flor de piel por lo que estaban apunto de hacer.

Se encontraban en el patio de la escuela. Todo era tan ordinario como siempre. Las niñas se secreteaban entre ellas, seguramente criticando a otra o hablando del chico que les gusta. El mismo grupo de siempre jugando fútbol. Las maestras haciendo guardia. Nunca falta el solitario, en este caso era nuestro querido albino quien se encontraba en la misma banca de siempre y como era de esperarse con en ese peculiar cuaderno en manos. ¿Qué era lo que sus páginas escondían? Fred no sabía, pero moría de ganas por saberlo.

—Solo dibujamos esto aquí— decía Foxy haciendo una expresión graciosa, sacando la lengua mientras trazaba un corazón en una hoja tamaño carta, misma que a su vez, doblaba para darle forma de avión—ahora solo tengo que hacer un doblez más aquí...y...¡Listo! —tomó a su pequeño prototipo de papel y lo lanzó hasta donde el chico de cabellos claros. Foxy tenía muy buena puntería. El l avión cayó a los pies del joven, quién enfrascado en su trabajo ni siquiera lo notó —uh...mierda.

—¿Ahora qué?—preguntó Bonnie, saliendo de sabrá Dios dónde.

—¡Ay! ¡No aparezcas así!—regañó Foxy.

—¡Ya!— exclamó Fred, viendo su plan derrumbarse como barco de papel contra la lluvia—. Eso fue todo.

—¡No!— exclamó Foxy, con voz firme y decidida— Bonnie; otra hoja.

—Sí, señor.

Bonnie pasó otra hoja al de ojos ámbar y este, nuevamente trazó un corazón y dobló el papel. Y como ya mencioné, Foxy tiene muy buena puntería, lanzó esta vez más alto el avión, haciendo que cayera justo sobre el cuaderno en el que Gold tan ocupado estaba, llamándo su atención por fin.

Los tres amigos celebraron y chocaron puños, pues su cometido habían logrado, y es que sí, Foxy tiene muy buen tino, pero quién no lo tenía era uno de los chicos que jugaba fútbol, que para colmo tenía que hacer un penal de media cancha; al pobre le apodaban “mala pata” y no es para menos, pues tenía fama de tirar chueco y para mala suerte del albino, quién distraído con el avión, no vio el balón que contra su cara se estampó.

—Mierda...

—Auch...

—SuCaritaTodaHermosa

Gold estaba adolorido y aturdido. No supo ni de dónde vino el golpe, solo supo que le dolió. Se cubrió el rostro con ambas manos. Los del equipo de fueron corriendo a ayudar, las chicas cerca de ahí también, la maestra de turno los empezó a regañar; mientras Fred observaba a su amado desde lejos, sin atreverse a nada más.

Gold, quién al verse envuelto en un asunto tan bochornoso, sin importarle que el tabique de hubiese roto; cerró el cuaderno, y se marchó.

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~

Yo entiendo su dolor, ¿a quién no le han dado un balonazo? Yo soy un puto imán.

Gracias por leer.

Enredos De Un EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora