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Resulta, que la lesión del albino no era nada por lo qué preocuparse. Solo tenía que guardar reposo un par de semanas, mismas en las que no podría practicar más; hasta sanar completamente.

Ambos chicos salían de la enfermería; uno con muletas y el otro a pie, pero ambos riendo; como la última vez.

—Me hizo feliz verte— comentó el albino, apoyándose de la pared.

Un sonrojo cubrió las mejillas de Fred, eso para él, era como haberse sacado el premio mayor de la lotería.

—Ay, no es nada. Yo, solo quería venir a apoyarte...ya sabes es lo que hacen los amigos, se apoyan...

—Gracias— pronunció regalandole una sonrisa. Y como si fuera un arma, el corazón del azabche se disparó. En ese momento de todo se olvidó.—Qué te parece si, vamos por un pudin, para que desquites el viaje.

La sonrísa de Fred se tornó en una mueca de sorpresa que se leía como “PutaMadreMeOlvidé”. La palabra pudin hizo a sus únicas dos neuronas hacer corto. Recordó al dueño del abrigo que portaba.

—Ah...— balbuceó con la mirada inquieta; tratando se localizarlo.

—O puede ser cualquier otro día, si quieres

—¡Q-Qué! ¡No, no! ...Vamos— sonrió. No podía perderse una oportunidad así. Luego se disculparía con Foxy, seguro que él entiende que aquí vamos por prioridades.

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¡Gracias por leer! UwU

Enredos De Un EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora