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Fred llegaba a su casa. Dejó su bicibleta en el garaje, no sin antes poner el seguro y después entrar.

—¿Por qué llegas hasta ahora?— cuestionó Freddy, quien veía una película en la sala.

Fred venía tan feliz por lo que había pasado esa tarde, que ni siquiera su hermano podría echarle a perder la noche. Subió a su habitación con una sonrisa idiota, pasando por alto la pregunta.

—¿No vas a cenar?— insistió, Freddy, recibiendo como única respuesta el azote de la puerta—. ¿No? Bueno, descansa...

Enredos De Un EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora