Capítulo 24 Harry

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Sonrió y miró su zapato, luego de vuelta hacia mí. —Eres tan bueno en eso.

La cogí por el muslo y la arrastré conmigo. —¿Qué es eso?

Ella levantó la mano y dejé que sus dedos alisaran el lado de mi rostro. Se chupó el labio inferior, pero se las arregló para sonreír. La chica no tenía ni idea de lo hermoso y sexy que podía ser algo tan simple. Y luego dijo—: Eres tan bueno en hacerme sentir como si fuera la única chica en el mundo.

Me reí entre dientes con suavidad. —¿No lo sabías? Lo eres.

Cerró los ojos y presionó su nariz contra la mía. —Eso suena como buenos votos matrimoniales para mí.

—Leerás mis votos muy pronto. Todavía los tienes, ¿cierto?

—Justo en la caja obsidiana en la que me los diste. —Se inclinó hacia atrás lo suficiente para darme una mirada—. De verdad, eso fue cruel. No puedes darle tus votos a tu chica y decirle que no los lea. —Me encogí de hombros con aires de suficiencia—. Se supone que debo escribirte mis votos a ti también, ¿cierto? —preguntó nerviosamente.

—Sí, pero no los leamos en voz alta en la boda. —Me dedicó una mirada curiosa—. Los votos son para nosotros. Los leemos, para nosotros, la noche antes de la boda. Nadie más los oye ni los ve.

—Entonces, ¿qué vamos a decir en la boda?

—No diremos nada. —Me sentí sonreír—. No es una boda tradicional, _______. La boda es, por lo que me han dicho, una lluvia de bendiciones. No es para que nosotros declaremos nuestro amor, creo que es un poco obvio que las parejas imprimadas se aman. Y salta a la vista que estás perdidamente enamorada de mí. —Ella soltó una risita—. Es para nuestra familia, para que nos den el mejor comienzo posible por estar ahí en nuestro primer día como una pareja de verdad.

—Eso suena hermoso. Tú mamá, ella —Una imagen se reprodujo en la cabeza de _______ de cuando mamá mostró el día de su boda—. Me mostró el día de su boda con todos rodeándolos. —Me miró directamente a los ojos—. No puedo esperar. —Sonrió magníficamente—. Harry, no puedo esperar. Casémonos mañana.

Me puse a reír y acuné su mejilla. —No puedo creer que pasaras de encontrar ridícula la idea de casarte conmigo a rogarme.

—Estoy rogando —susurró—. He esperado el tiempo suficiente para comenzar mi vida.

Asentí, sintiendo esas palabras hasta en mis huesos. —Les diremos está noche que queremos tener la dedicación este fin de semana.

—Bueno, tú eres el jefe ahora.

—Técnicamente, lo eres tú —repliqué.

—Te dejaré ser el jefe durante el día —dijo con picardía, y se echó a reír cuando le sonreí en desafío.

—Deja de distraerme, hermosa. Estoy intentando llevarte a un lugar.

Entrelazó su brazo con el mío y apoyó la cabeza contra mi hombro.

—Llévame a cualquier parte.

Mis venas prácticamente suspiraron en mi interior. Mantuve una mano metida entre sus muslos y puse la camioneta en reversa, maldiciendo a Liam por su horrible trabajo de estacionamiento. Nos puse hacia adelante.

Su mente era una neblina pacifica de todo tipo de cosas, pero lo más importante para mí en ese momento era el hecho de que ella estaba dispuesta y con ganas de ir a cualquier lugar al que quisiera llevarla. No necesitaba saber dónde era, o por qué íbamos ahí, simplemente se sentía feliz de estar conmigo.

Después de que condujéramos durante un rato, entré en el estacionamiento y apenas reprimí mi sonrisa. Esto era todo. Mi chica se encontraba aquí y yo estaba a punto de poner todas las cartas sobre la mesa. Besé su frente y esperé que la tuviera vinculada tan bien como pensaba que lo hacía.

Estacioné en la parte de atrás del estacionamiento y abrí la puerta, sacándola de mi lado de la camioneta. Sus ojos tenían una sospecha curiosa, pero nunca dijo ni una palabra. Mientras abría la puerta del centro comunitario, sentí cuando la comprensión la golpeó.

Se volvió para mirarme justo cuando era derribado en las entrañas por treinta y ocho kilos de sexto grado. —¡Harry!

Eso alertó a todos de nuestra presencia. Miré alrededor de los rostros y la mayoría eran de niños que había visto antes, pero algunos nuevos que no sabían quién era yo se quedaron atrás. —¡Harry!

Me di la vuelta y sonreí. —Honey, hola.

_______ se mofó y se rió. —¿Esta es Honey?

—Esta es mi Honey —bromeé, y acepté su beso en mi mejilla.

La anciana se echó a reír. —No seas descarado, Harry.

Atando Cabos (Harry Styles y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora