Capítulo 1

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— ¿Estás bromeando conmigo, cierto? dime que es una broma, por favor... —suplicó el chico y se le quebró la voz— ¡Dímelo! —pero yo no respondí. No sabía nada. ¿Quién era él? ¿Quién era yo? ¿Qué estaba pasando?

Una enfermera cuyo nombre era Lisa, estaba puesto en el gafete que portaba, entró y vi lo feliz que estaba porque yo había despertado pero... cuando el moreno le dijo que yo no lo reconocía, el mundo se les derrumbo. Él tuvo que salir de la habitación, esperó afuera por horas. Otra mujer llegó, todo el mundo llegó. Todos estaban felices pero yo no recordaba nada. Una chica pálida como la nieve y su novio no podían creerlo, ya que negaron varias veces y maldijeron a alguien.

—Lo siento. Perdió la memoria, no sabemos si es temporal o permanente. Pero ella está bien.

—Al final no todo es perfecto, ¿no? —murmuró el chico en un hilo de voz.

La mujer me miró y sonrió para después caminar hacia el castaño y abrazarlo.

— ¿Qué debería hacer?

La mujer lo interrumpió molesta.

—Alex —le habló seriamente y ahí es cuando finalmente supe el nombre de aquel chico. —No te caigas ahora, han pasado catorce meses. Sav despertó, está bien, y en algún momento va a recordar todo. ¿De acuerdo? —él lo pensó por unos minutos hasta que suspiró y asintió con la cabeza mirándome con una pizca de tristeza.

—De acuerdo —respondió. Lisa anunció que la hora de las visitas había terminado y que nadie podría visitarme durante un par de días ya que estaría en observación. Eso me calmaba un poco ya que así tendría tiempo para procesar las cosas e intentar recordar algo, aunque hasta ahora todo estaba negro. Me entregó un par de pastillas y me ordenó que me las tomara para que pudiera descansar, a lo que la obedecí y al cabo de diez minutos estaba a nada de quedarme dormida otra vez.

Era mi último día en este hospital, los días habían pasado bastante rápido y yo no estaba ni contenta ni triste porque para mí sólo estuve días. No catorce meses. Alex había venido a visitarme dos veces más después de la primera vez que lo vi durante ese tiempo, aunque nuestras conversaciones eran algo incomodas, él siempre intentaba que yo me sintiera cómoda y eso lo había notado de inmediato. Había veces que me reía de las cosas que Alex decía o hacía. Me sentía bien a su lado pero no lo sentía cercano y era algo que me molestaba.

Mi mamá vendría a buscarme esta tarde para volver a casa. Me encontraba sentada en la camilla, estaba vestida y tenía un beanie puesto. Un beanie que me gustaba, era azul cielo, además era muy cómodo y caliento. Estaba lista para que me vinieran a sacar de este horrible lugar. Mis cosas estaban junto a mí. Pero antes alguien tenía que venir a hablar conmigo, y esa era la enfermera que al parecer era muy amiga de Alex y de mi mamá.

Lisa entró con una sonrisa.

—Hola, Sav —saludó ella sentándose frente a mí con una libreta en su mano— ¿Cómo te sientes?

— ¿Quieres saber la verdad?

—Por supuesto chica —sonrió sobando mi rodilla de forma amistosa.

—Me siento como una completa extraña. Muy fuera de este lugar —confesé mirando mis zapatillas color plateado.

— ¿Sabes? Por lo poco que te conozco eres una chica genial. Tienes que buscar a esa chica genial en tu interior. Sé que no recuerdas pero Alex y tu madre te harán recordar absolutamente todo —habló ella sonriendo. —solo hay que tener paciencia.

— ¿Eres novia de Alex? —pregunté con una sonrisa y ella rio ligeramente mientras negaba con la cabeza.

— ¡Claro que no! Pero durante estos catorce meses, he ayudado a Alex en muchas cosas... —comentó y luego se inclinó hacia mí como si fuera a decirme un secreto y baja la voz diciendo: —Lo he ayudado a pasar aquí, en días que no eran de visitas.

Perfecta Atracción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora