Evan y yo, nos encontrábamos sentados en una cómoda banca en el parque. Yo quería un poco de aire, así que decidimos venir al parque a criticar a la gente que pasaba. No había muchas personas, eran de esos días que a veces no se encontraba ni siquiera un perro. Además hacía frío.
— ¿Tienes mucho frio? —preguntó Evan pasando un brazo por el alrededor de mis hombros para atraerme más hacía él. —Deberíamos volver.
—No. Está bien, me gusta el frío —sonreí refugiándome en el pecho de Evan.
—Pero... de acuerdo —suspiró pesadamente. —Si por casualidad te enfermas. Voy a matate.
—Oh me cuidaras... qué bonito de tu parte.
—Siempre lo hice, tonta...
—Tonta —imité. — Evan, eres un tonto.
—Sav, eres una tonta.
—Sav y Evan son tontos —bufoneé y luego reí ligeramente, acercando hacía mi rostro hacía Evan para darle un beso en la mejilla.
— ¿Por qué en la mejilla?
—Porque sí.
—Pero...—Evan se acercó para darme un beso en los labios y yo retrocedí.
Reí mirándolo con una cara divertida.
—Te he dicho que no.
— ¿Por qué no? —preguntó entre ofendido y sorprendido. —Oh, vamos. Un beso. Sólo uno y no te molesto más. ¿Sí?
Fruncí los labios y negué con la cabeza.
No iba a darle un beso, no porque no quisiera. Sólo me gustaba molestarlo.
Literalmente, amaba como Evan podía molestarse con tan sólo la mínima cosa. Sólo por esto, estaba molestándose. Se estaba indignando.
Se acercó nuevamente a mí y yo retrocedí un poco más.
— ¡Sav! Dame un jodido beso —gruñó Evan con el ceño fruncido. —palmerita, ¿puedes darme un beso? Hace veinticinco minutos no nos besamos.
— ¿Lo has contado?
—Claro que los conté —respondió Evan, luego cruzó sus brazos ofendido. —Está bien. No me des nada. No voy a besarte hasta mañana.
—Evan, no seas así conmigo.
—Claro, pero tú si puedes ser así conmigo. ¿Por qué yo no?
—Porque... no lo sé. Pero no.
—No es justo, Sav. —se ofendió, Evan. — ¿Vas a darme un beso?
—No —sonreí divertida.
Evan giró su cabeza mirando hacia delante y comenzó a ignorarme.
—Evie, ¿por qué esa cara? —pregunté. —No pongas esa cara. ¿Estás ignorándome? —gruñí, pero Evan no me respondió nada. —Joder. No me ignores.
Me acerqué a Evan y le toqué la mejilla con un dedo.
—Te he dicho que no me ignores.
Pero Evan siguió ignorándome.
Lo tomé del mentón para que me mirara pero Evan volvió a mirar hacia delante. Entonces bufé y le di un beso en la mejilla otra vez, pero luego le di uno en la comisura de los labios. Tomé el mentón de Evan nuevamente para darle pequeños besos repetitivas veces. Hasta que a Evan se le formó una sonrisa en el rostro y me tomó de la mejilla para profundizar el beso.
Cuando nos separamos, Evan dijo:
—Eres tan mala. Ni siquiera te gusta besarme.
—Me encanta besarte —chillé feliz. —También me gusta molestarte.
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Perfecta Atracción ©
RomanceSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...