"Es mejor dejar las cosas claras desde el principio, para no perder el tiempo".
Sientes que todo tu mundo se desmorona cuando descubres que una persona importante de tu vida no es quien pensabas que era. Yo había creado en mi mente una imagen idealizada de Evan como una persona dolida. Y ahora no solo había descubierto que estaba dañado de la cabeza, sino que también llevaba una vida que podía poner en peligro la de todos los que estuvieran a su alrededor.
El mundo estaba lleno de gente mala que había nacido para hacer daño. Pero no sabía que pensar sobre Evan, era alguien increíblemente lindo, pero no reconocía al chico que estaba en prisión.
Al llegar a la estación, un hombre de unos cincuenta años nos llevó a su oficina para hacernos algunas preguntas sobre Evan.
—Al no tener cargos antecedentes, podrá ser puesto en libertad mediante una fianza.
Esperamos hasta que el cuerpo de Evan apareció frente a nosotros con unas esposas en sus muñecas. Aquella imagen me atormentó. La mirada de Evan se oscureció al ver que a mi lado se encontraba Adam.
Salimos de la estación sin decir nada. No tenía ganas, sol quería que esto terminara cuanto antes.
—Palmerita, yo no trafico nada. No sé quién metió eso a mí mochila —habló Evan a mis espalas. No iba a volver a caer.
—No me dirijas la palabra —le respondí fría. No lo estaba mirando porque no era capaz. Sabía que si veía sus ojos, haría como si nada hubiera pasado e iría a besarlo.
—Vamos a casa, Sav.
—No pienso ir a ningún lado contigo. Ve con tu mamá, se tomó el tiempo de comprar comida para que viéramos películas —temblé sin verlo aún.
—Si no vienes conmigo... —su voz se quebró. — ¿Dónde dormirás esta noche? —me tomó del brazo para que lo mirara y pude ver su mirada perdida, pero me armé de valor para zafarme de su agarre.
—Dormirá en mi casa —habló Adam por mí. Y vi como la cara de Evan se tornaba roja.
Di media vuelta y entré al auto de Adam para después ir desapareciendo, por el retrovisor observaba la silueta de Evan medio de la carretera observando cómo nos marchábamos.
El camino a casa de Adam se me hizo eterno. No podía dejar de darle vueltas a lo sucedido y tampoco me podía olvidar de la imagen de un Evan perdido en la carretera lamentándose por todo.
Ahora solo quedaba esperar a que el destino dictara lo que pasaría con nosotros.
"El amor es el mejor refrigerio de las vidas". Según decía Pablo Picasso. Pero yo sentía que aquello no había sido amor, porque el amor no debe doler. Miré mi dedo anular y observé el pequeño anillo que estaba puesto en este. Yo lo quería demasiado, quería que estuviéramos bien, pero lo que él hacía no ayudaba en absoluto.
—Deja de darle más vueltas. Has cometido un error, pero te has dado cuenta a tiempo para solventarlo.
—Lo sé, Adam.
—A veces somos ciegos o queremos hacernos los ciegos. Siempre llama más la atención aquello que resulta más peligroso.
No dije más al respecto. Cuando llegamos a mi antigua casa, Adam me guió a la que había sido mi habitación antes de haberme mudado. Millones de recuerdos vagaron por mi cabeza y una sonrisa apareció en mi boca. Había pasado muchas cosas con Evan tanto buenas como malas, pero definitivamente no lo creía capaz de vender sustancias ilegales, había veces que era tonto, pero no creía que lo fuera tanto como para poner en riesgo su vida y la de su familia.
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Perfecta Atracción ©
RomanceSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...