—No te creo Savannah, te conozco perfectamente y se cuándo estas mintiendo.
Llevaba diez minutos tratando de explicarle a mi mamá que el chico que había estado ayer en mi habitación no era Evan. Ella aseguró que era él, porque la descripción que le había dicho Alex era idéntica a la de aquel chico que había estado en mi habitación ayer. Ahora agradecía no tener fotografías junto a Evan.
— ¿Podrías creerme? Yo no recuerdo a ese tal Evan —mentí mientras me removía en el sillón— Y aunque lo recordara... no lo querría de vuelta —musité mirando mis manos. Sentía la mirada de mi mamá.
Le estaba mintiendo pero ella también lo estaba haciendo y en cierta parte me sentía mal porque se suponía que no habría más secretos.
Suspiró y asintió levantándose del sillón, se había dado por vencida y eso me alegraba.
— ¿Y cómo se llama? —preguntó poniendo una sonrisa engreída. Si tartamudeaba ella sabría que era mentira, así que me relajé y dije el primer nombre que se me ocurrió.
—Dylan.
—Bueno, pues el tal Dylan está asomándose por la ventana.
Volteé hacia la puerta y aún lado de la puerta había una pequeña ventana. Sus manos estaban juntas a un lado de sus ojos tratando de ver algo. Solté una carcajada y mi mamá corrió a abrir la puerta.
— ¿Se te perdió algo? —preguntó reprimiendo una sonrisa. Evan se asustó y cayó sobre el pequeño arbusto soltando un quejido de dolor.
—Yo... —colocó una mano sobre su cabello tratando de acomodarlo. —Yo... ¿estará Sav?
— ¿Quién la busca?
¡Carajo! Me levanté lo más rápido que pude del sillón y corrí hasta la puerta empujando a mi mamá.
— ¡Dylan! —hablé nerviosamente y Evan me miró con cara de confución. Segundos después asimiló todo y me abrazó.
—Exacto, soy Dylan —respondió torpemente. —Quería ver si querías dar un paseo, ya sabes te acabas de mudar y no conoces nada por aquí...
—Si, eso... —mi mamá me interrumpió.
—Le caería bien a Sav ir a pasear un rato, si Adam viene le diré que no estas —Animó y yo sonreí jalando a Evan de la mano.
— ¡Un gusto señora! —gritó Evan caminando hacia no sé dónde.
Caminamos hacia la avenida principal, nadie decía nada hasta que el decidió romper el silencio.
—Así que Dylan, ¿eh? —rio y me miró de reojo.
Reí también, ese nombre era bonito, igual que Evan.
—Fue el primero que se me ocurrió.
—Me recuerda al muñeco cabezón de las Bratz, las ve mi hermana en televisión —negó riendo.
— ¿Tienes una hermana? —detuve el paso y lo miré emocionada. Su sonrisa se desvaneció al momento que le pregunté y sus ojos se llenaron de lagrimas.
—Te llevaré a que la recuerdes, sólo deja que vuelva de Nueva York.
Asentí emocionada, me gustaban demasiado los niños pequeños. Era lo único que podía recordar, pero sabía que jugar con ellos era lo mejor.
— ¿A dónde vamos? —pregunté viendo a todos lados.
—No te lo diré.
Seguimos caminando hasta un estacionamiento, nos detuvimos enfrente de una motocicleta negra.
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Perfecta Atracción ©
RomanceSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...