El despertador sonó por toda mi habitación y me dispuse a apagarlo luego de varios quejidos. Odiaba ese sonido chirriante que me recordaba que debía levantarme después de una desvelada. Me levanté con un gran dolor de cabeza porque había estado casi toda la noche soñando sobre todo lo que había estado sucediendo estos días. Tenía un novio con el cual no había ninguna conexión, tenía a Evan al cual realmente no conocía y me daba bastante miedo el hecho de que no sabía hasta donde era capaz de llegar con él.
Me levanté de la cama y caminé pesadamente hasta el pequeño cuarto de baño metiéndome en la lluvia artificial. Tallé cada parte de mi cuerpo con la pequeña esponja de baño, y dejé que el agua caliente hiciera el trabajo de relajar mis músculos. Luego de varios minutos me encontraba en mi habitación nuevamente, en busca de algo cómodo para ponerme. Moví un par de sudaderas provocando que algo pequeño saliera disparado hacia el suelo. Era una ficha de una feria, ya estaba despintada pero aún podían verse las letras.
—Eres preciosa... —murmuró observando las fotos. Evan alzó mi vista y me sonrió antes de besar mi frente y tomar mi mano para ir al auto. Dejé el gran peluche café atrás del asiento y arrancó el auto...
Me quedé en mi lugar unos minutos. ¿Qué demonios había sido eso? Forcé a mi mente para poder recordar más de aquel sueño pero no había nada. Una lágrima bajó por mi mejilla, me giré y dejé la ficha en la mesita de noche. Negué con la cabeza rápidamente y me puse lo primero que vi lo cual era una playera negra y unos jeans azul marino.
—Sav —llamó mi mamá y volteé a verla. —Vino una amiga tuya a visitarte.
— ¿Amiga mía? —pregunté alzando una ceja y ella asintió. —Está bien.
Caminé hacia el tocador y traté de arreglarme un poco el cabello frente al espejo, cuando escuché unos pasos cerca de la puerta, volteé encontrándome con una chica con cabello negro y una sonrisa en sus labios.
— ¿Meredith? —pregunté extrañada de que estuviera parada frente a mí. — ¿Qué haces aquí?
«¿Cómo demonios sabe dónde vivo?»
Ella se adentró a la habitación observando todo.
—Vine a ver como estabas.
—De acuerdo —hablé mirándola de arriba a abajo, era guapa. —Eh... siéntate.
Meredith se sentó en una de las sillas que estaban en mi habitación y me miró.
—Te dije que seriamos buenas amigas. Eres agradable. —sonrió acomodando su cabello—Te estabas por ir, ¿cierto?
Me miré a mí misma y en la manera que estaba vestida y asentí.
—Sí.
— ¿Con Evan? —enarcó una ceja.
—Si —mentí y me acerqué sólo un poco hasta ella. — ¿Por qué?
Meredith negó con la cabeza.
—Por nada, ya sabes. Un día... ¿crees que podríamos salir solo los tres? A cualquier otra parte.
Asentí. La verdad era que no sabía exactamente qué hacia Meredith aquí. Y me sentía algo incomoda. Estaba, literalmente, deseando que Adam llegara de una vez y ella se fuera de aquí, porque en el fondo sabía que no me agradaba mucho, pero quería hacer el esfuerzo de que me agradara, ya que era amiga de Evan. Parecía agradable pero... había algo en ella que no me convencía para nada. Quizá que le gustara Evan no me convencía para nada.
— ¿Sabes si a Evan le gustan los chocolates?
«¿Pero qué clase de pregunta de mierda es esa?»— pensé, pero negué con la cabeza algo avergonzada.
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Perfecta Atracción ©
RomansSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...