Cuando desperté ese día ya había tomado una decisión. Era difícil pero en serio necesitaba hacerlo porque quería descubrir algo. Y creía que era lo correcto, así que estaba sentada en el borde de mi cama, pensando bien lo que estaba por hacer y encontrando algún sentido en lo que diría. Llamé a mi mamá y ella rápidamente llegó.
— ¿Que pasa, Sav?
Suspiré y pasé mis manos por mi rostro un poco estresada.
—Savannah... no me asustes —musitó mi mamá acercándose a mí y sentándose a un lado mío.
Estaba poniéndome nerviosa así que solté lo que tenía que decir.
—Cuando llegue Dylan... —comencé a hablar queriendo decir las palabras exactas. —Que vendrá en una hora. Cuando llegue él, le dirás que no estoy. ¿De acuerdo? Sólo eso.
Mi mamá pareció muy confundida y me miró desconcertada.
—Espera... ¿Qué? ¿Sav, estas bien? —preguntó ella y tocó mi frente pero pudo sentir que no tenía nada de fiebre como hace semanas.
—Estoy bien. Sólo dile eso.
—Sav, él sabe que siempre estás aquí. ¿A dónde irías?
—Entonces dile que no quiero verlo —solté y comencé a sentirme fatal, realmente fatal. — ¿Comprendes lo que digo mamá? Dile que no quiero verlo. Que quiero tiempo y que venga otro día.
— ¿Estas bromeando? Dylan se pondrá muy mal, hija. Él te quiere muchísimo, ¿por qué debías de hacer algo así?
Mi mamá ya se había encariñado con Evan y la comprendía, era un chico genial. Comencé a llorar inesperadamente y le exclamé:
— ¡Dile que no quiero verlo! Solo eso... por favor, necesito un tiempo. Necesito aclarar mis ideas y quiero...
Se acercó más a mí y me miró tan triste.
— ¿Qué pasa Sav?
Sollocé más fuerte y le dije:
—No quiero verlo. ¿Está bien? Cuando llegue, dile eso.
— ¿Por qué no hablas con él? ¿Sí? Si hablas con él... Dylan te...—la interrumpí.
— ¡No! No, no, no. Si hablo con él, cambiaré de opinión y no quiero —chillé negando con la cabeza desesperada. —Por favor mamá, dile que no quiero verlo por unos días y que lo llamaré cuando esté lista. ¿Sí?
Realmente quería tiempo para mí misma, quería averiguar qué era lo que me hacía falta para poder recordar. Me la había pasado muy bien con él, pero quería espacio, y no viéndolo sería lo mejor. No me quería sentir sofocada, no quería que me faltara el aire o que solo me pusiera a llorar por absolutamente nada. No lo quería.
Mi mamá me abrazó.
— ¿Por qué haces esto Sav?
—Porque es necesario mamá. No me preguntes más porque voy a seguir llorando hasta que se me salgan los ojos.
Luego se separó de mí y me vio con compasión.
— ¿Podrías decírselo tú?
—Por Dios, no... mamá. No puedo hacer eso, no... cambiaría de opinión —confesé y me limpié las lágrimas, pero estas seguían saliendo sin parar. —No podré, él... me miraría con sus ojos tristes y... y yo le diría que todo es una broma y entonces me regalaría esas sonrisas de siempre. No puedo. Debes hacerlo tú.
Mi mamá asintió triste.
No le quedaba otra opción.
Evan tocó el timbre exactamente una hora después y mi mamá le abrió. Ella salió rápidamente cerrando la puerta tras de sí.
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Perfecta Atracción ©
RomanceSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...