Me desperté emocionada porque hoy vería a Evan la universidad. No podía esperar más para verlo. Además, estaba deseando llegar a clase para contarle a Elena todo lo que había sucedido. Realmente tenía que agradecerle.
Últimamente hacía mucho frío en Los Ángeles, así que me abrigué bien antes de salir de casa. Bajé a la cocina y tomé un par de manzanas ya que había veces que mi estómago rugía a mitad de clase y lo único que me dejaban comer era fruta. Mi cuerpo se congeló al encontrar a Evan apoyado en su motocicleta mientras fumaba un cigarrillo.
Restregué mis ojos pensando que se trataba de una alucinación porque si no mal recordaba, habíamos quedado en vernos al finalizar las clases.
— ¿Te vas a quedar en shock todo el día? ¿No me vas a dar un beso de buenos días? —lanzó el cigarrillo al suelo y caminó hacia mí para besarme delicadamente.
Pude notar el sabor de sus besos a un toque de tabaco mezclado con su dulzura característica.
— ¿Qué haces aquí? Quedamos en vernos a la salida—me separé de él para cruzarme de brazos. No estaba enfadada, pero quería que pareciera que lo estaba.
—No tenía nada mejor que hacer, así que he pensado en pasar por mi chica hoy e ir juntos a clases.
—Nunca imaginé que te volvería a ver por allí. Recuerdas donde está la universidad , ¿verdad? — bromeé dándole un ligero empujón, Evan enarcó una ceja y me enseñó la lengua.
—Anda, moléstame, que igual me pierdo por ahí y llegas tarde.
—Nada de eso, Smith —me coloqué el casco y abracé a Evan por la cintura para después aventurarnos a la universidad.
Nada más llegamos a la entrada principal, las miradas de unas chicas se centraron en Evan. No sabía si era por el hecho de que estaba guapo o porque jamás lo habían visto por aquí. Tal vez eran las dos.
"Alumnos, repórtense todos al auditorio ya que tenemos noticias para ustedes" Se escuchó a través de los altavoces. Evan tomó mi mano y comenzamos a caminar hacia este.
Al llegar pude ver cómo los ojos de Elena se agrandaban al vernos aparecer de la mano. Le regalé una sonrisa y nos sentamos detrás de ella.
—Solo te perdono de que no te sientes conmigo porque estas con Evan, si no me enfadaría —bromeó y nos reímos ante su comentario. Elena era una excelente amiga y consejera, todo lo que Meredith no podía ser.
Los minutos pasaban y no había rastro de la directora en el auditorio, así que comencé a juguetear con la mano de Evan, dibujando con la yema de mi dedo los tatuajes que se encontraban en ella.
— ¿Y esa muñequera? ¿Es nueva? Nunca te la había visto puesta.
—Siempre la he llevado puesta, palmerita —Evan escondió su mano debajo de su manga dejándome confundida.
—Es linda, ¿me dejas verla? —intenté volver a tomar su mano, pero la apartó. — ¿Por qué no quieres enseñármela?
—Porque es una simple muñequera. No tiene más.
No quise darle más vueltas al tema por el momento, pero no me convencía nada de lo que decía. Cuando estaba lo suficientemente distraído, tomé su mano y revisé su brazo con mis dedos.
Mi cuerpo se heló al ver lo que escondía debajo. Unos finos cortes se encontraban trazados en su piel. Sentí un fuerte pinchazo en mi cabeza.
Lo miré y pude ver la sorpresa en su rostro al descubrir aquello. Toqué con mis manos temblorosas sus cortes y cerré los ojos para concentrarme en no ponerme a llorar.
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Perfecta Atracción ©
RomanceSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...