Me encontraba en camino al salón del profesor Will, me había mandado a llamar y eso me preocupaba un poco ya que nunca sabias que te podría decir. Al llegar a este todos los alumnos estaban en el salón de baile mientras seguían las instrucciones que el profesor les daba.
—Necesitan soltar sus pies, si no lo hacen se verán como unos troncos y no queremos eso en la presentación.
Apreté mi mochila a mi pecho y respiré profundamente antes de tocar. Con mi mano temblorosa hice un ruido que provocó que el profesor Will volteara.
— ¡Savannah! Dame un momento —caminó hasta el reproductor de música y colocó una melodía bastante movida. — Quiero que suelten su cuerpo, bailen como quieran. Será el calentamiento.
Tomó una hoja de su escritorio y salió del salón con una sonrisa.
— ¿Quería verme? —pregunté y él asintió con una sonrisa en su rostro, era bastante guapo y no pasaba de tener unos veintiséis. Su cabello era rubio pero sus puntas estaban teñidas de un color azulado y su vestimenta estaba llena de destellos.
—Sí, no sé si pusiste atención el día que la directora anunció que abría una beca en Toronto —yo asentí y los nervios aumentaron más. —Bueno, hablé con ella y le comenté que eras una de mis mejores bailarinas. Yo tendré que ir allá un par de años para dirigir una presentación y me encantaría que vinieras conmigo.
La sangre se me congeló. No había más. Ir a Toronto reemplazaría completamente el plan que había tenido de ir a Nueva York antes de mi accidente.
— ¿Y... la escuela? —tartamudeé. No quería perderme nada.
—Te transferiremos máximo dos años a la universidad de Toronto. La directora está totalmente de acuerdo en dejar que estudies allá y yo me ofrecí a pagar los gastos con tal de que vayas. ¿Qué dices?
—No, los gastos los puedo pagar yo y...
—Savannah —interrumpió y se acomodó sus gafas. —De verdad que yo los pagaré, yo quiero tenerte en ese recital. Eres una chica que proyecta una felicidad increíble al bailar y yo quiero que eso se proyecte en mi presentación. No lo pienses.
— ¡De acuerdo! —acepté con una gran sonrisa. —Muchas gracias por haberme tomado en cuenta.
—Te mantendré informada para que me traigas los papeles necesarios para tu pasaporte, en un par de meses estarás en Toronto bailando con los mejores bailarines, de verdad te lo mereces —reconoció tocando mi mejilla mientras sonreía. —Ahora es mejor que vuelvas a tus clases.
—Eso haré, gracias —me di media vuelta y corrí a mi siguiente clase mientras brincaba internamente.
La mañana había pasado bastante rápido ya que la emoción hizo que me empeñara más a poner atención en todo lo que explicaban.
Salí del campus tratando de refugiarme de la lluvia que estaba cayendo. Últimamente era casi imposible que algún rayo de sol alumbrara la ciudad. Abrí mi paraguas para evitar que me mojara. Unas manos me sujetaron por la cintura haciendo que me girara de inmediato.
—No te he visto en toda la mañana —habló Evan sacando de su boca el humo del cigarrillo. Se veía guapísimo, traía su pelo despeinado y una sudadera roja se amoldaba perfectamente a su cuerpo.
—He estado ocupada con unos asuntos —besé sus labios. Evan al ser más alto que yo, sostuvo mi paraguas y lo sostuvo para taparnos. Yo me agarré a él de su brazo para caminar hasta su coche.
—Tengo que ir primero a un sitio, pero después podemos ir a donde tú quieras —sonrió mientras me abría la puerta para que pudiera adentrarme en el auto.
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Perfecta Atracción ©
RomanceSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...