Capítulo 22

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Me encontraba frente a mi computadora, con el tutorial de tejer una bufanda en YouTube abierto en la pantalla. Con entusiasmo, tomé el estambre y comencé a seguir las instrucciones del video. Estaba emocionada de poder regalarle algo a Evan hecho por mis propias manos. Sin embargo, pronto me di cuenta de que el estambre estaba completamente enredado, formando un caos de nudos imposibles de deshacer.

A pesar de mis esfuerzos por seguir el tutorial, la bufanda que estaba intentando tejer tomaba una forma extraña y desigual, más parecida a un círculo de nudos que a una bufanda. Frustrada, contemplé el desastre en mis manos, preguntándome cómo algo tan simple podía convertirse en un desafío tan grande.

—Dios mío, creo que Evan nunca podrá tener una bonita bufanda —murmuré para mí misma, lamentando mi falta de destreza en el tejido. Las hebras de hilo se entrelazaban en una maraña imposible. Con un gesto frustrado, decidí tomarme un descanso y buscar una solución antes de continuar con mi intento de tejido.

Me levanté de mi escritorio con frustración y froté mis ojos cansados. Bajé las escaleras hacia la cocina en busca de un poco de jugo para refrescarme, y me encontré con un adorable caos de juego entre mi mamá y Charlie, corriendo y riendo alegremente por la sala.

Desde las escaleras, los observé con una sonrisa, sintiendo una oleada de felicidad al ver lo bien que se llevaban y lo feliz que era mi mamá con su pareja. Era reconfortante ver su complicidad y la alegría que compartían, y me sentí agradecida de que mi mamá tuviera a alguien tan bueno y puro a su lado.

El recuerdo doloroso se abrió paso en mi mente de repente: un hombre le gritaba a mi mamá, arrojándole botellas de vino vacías mientras ella lloraba y luchaba por levantarlas, pero él con sus manos la empujaba al suelo. Me tambaleé en las escaleras, abrumada por la intensidad del recuerdo, cuando Charlie pareció notarlo. Corrió hacia donde estaba y me rodeó con sus brazos, sujetándome con firmeza de la cintura.

—¿Estás bien, Sav? —preguntó Charlie con preocupación, mientras mi mamá se apresuraba hacia nosotros. Asentí con la cabeza, asegurándoles que solo había sido un mareo. Mi mamá me preguntó qué necesitaba, y pedí un jugo. Sin dudarlo, ella corrió a la cocina a preparármelo mientras Charlie tomaba mi brazo para ayudarme a volver a mi habitación.

Con su apoyo, regresamos a mi habitación, donde mi mamá soltó una risita al ver el desastre de la lana en mi escritorio. Con una sonrisa comprensiva, me dijo que me ayudaría con la bufanda. Me sentí aliviada por su disposición a ayudarme, sabiendo que juntas podríamos arreglar el caos de la lana y hacer algo hermoso de ello.

—Las dejaré trabajar en su bola de estambre —bromeó Charlie mientras salía de la habitación. Solté una risa al escuchar su comentario. Mi mamá y yo nos miramos con complicidad y ella sugirió que agarrara el gancho.

Comenzó a darme indicaciones con paciencia y habilidad, guiándome a través de los movimientos necesarios para desenredar el estambre y tejer la bufanda. Poco a poco, el desastre inicial comenzaba  a transformarse en algo hermoso: una suave bufanda que iba tomando forma entre nuestras manos. Con cada puntada, sentía cómo la frustración se disipaba y la sensación de logro crecía dentro de mí. Gracias al apoyo y la guía de mi mamá, el desastre se convirtió en una bufanda hecha con amor y casi estaba terminada.

Una hora después, me senté frente a la mesa, sonriendo satisfecha mientras contemplaba mi creación: la bufanda que había tejido con tanto esfuerzo estaba ahora envuelta en un precioso papel azul, decorada con un pequeño moño. Cada pliegue del papel estaba cuidadosamente ajustado. Me sentí orgullosa del resultado y emocionada por entregársela a Evan.

Perfecta Atracción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora