Capítulo 34

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A la mañana siguiente me desperté vomitando y con un poco de fiebre porque probablemente el cambio de clima me había afectado. Mi mamá me aconsejó que lo mejor que podía hacer era quedarme en casa descansando. Le escribí un mensaje a Evan para que no viniera a recogerme.

"Me he despertado con fiebre, así
que no voy a ir a clase. Avísale a
Elena y no me eches de menos. Te amo".

Alex ya se había marchado con Olivia a su departamento y el trabajo llamaba a mi mamá y a Charlie, por lo que me tocaba quedarme sola en casa. Así que me metí dentro de la cama ya que mi cuerpo se sentía un desastre por dentro.

A los pocos minutos se escuchó el timbre de la casa, cosa que me extrañó porque el doctor vendría por la tarde. Me coloqué una manta alrededor de mi cuerpo ya que tenía frio y bajé para abrir la puerta.

Evan se encontraba allí parado con una sonrisa preciosa. Me quedé parada observando como el viento meneaba su cabello con mucha suavidad.

— ¿No has leído mi mensaje? No puedo ir a clase Evie, no me encuentro nada bien.

—Claro que lo he leído, palmerita y por eso estoy aquí. Hoy voy a ser tu enfermero personal, así que, ¿me dejas pasar antes de que muera de frío?

Me hice a un lado para que Evan pasara. Me sentía ilusionada al ver que él había venido felizmente para cuidar de mí.

Subí a mi habitación seguida por Evan. De repente, noté un enorme dolor de cabeza que me provocó un extraño mareo. Evan me sostuvo para evitar que me cayera y me ayudó a subir.

— ¿Ves cómo no te podía dejar sola? —él me tomó en sus brazos. Estaba exagerando, pero me sentía bien entre sus brazos.

—Sabes que tengo piernas, ¿verdad?

—Amor, te he dicho que hoy voy a cuidar de ti, así que deja de molestar. ¿Quieres que te lleve al hospital para que te revisen? —se veía bastante preocupado.

—No hace falta, Evie. Mi mamá llamó al doctor para que venga esta tarde.

— ¿Dónde tienes las mantas? Con eso que llevas no es suficiente —Evan se quedó parado en el pasillo.

—Están en el armario de la habitación de mi mamá. Es aquella —señalé una puerta al final del pasillo.

Evan entró e hizo el intento de sacar las mantas del armario, pero le resultó un trabajo difícil al tenerme entre sus brazos. La situación me causó gracia al ver su rostro fruncido intentando hacer un plan para alcanzarlas.

Estiré mi brazo para tomar una manta resolviendo el problema de Evan.

—No era tan complicado, Smith —reí y él me hizo burla imitando mi voz.

Una vez en la sala, Evan me dejó en el sillón y se sentó junto a mí. Yo apoyé mi cabeza sobre sus piernas mientras él jugaba con mi pelo.

—No tienes idea de lo feliz que me siento aquí contigo —suspiró acariciando mi mejilla. Yo volteé a verlo y sus hoyuelos salieron a la vista, dibujando una preciosa sonrisa en su rostro.

—Gracias por haber venido hoy, me siento mejor cuando estoy contigo.

— ¿Me prometes que pase lo que pase siempre estarás conmigo? —sus ojo se pusieron brillosos y no sabía si era porque si o porque quería llorar.

—Índice promise —hicimos nuestro movimiento juntando nuestros dedos índice, moviéndolos como solo nosotros sabíamos hacer.

—Te amo.

Iba a responderle pero el timbre de la puerta sonó por segunda vez esta mañana dejándonos callados. Si mi mamá había regresado del trabajo por alguna razón, se le iba a caer el pelo si veía a Evan en el sillón.

Perfecta Atracción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora