Cuatro meses habían pasado y la distancia iba cobrando vida, Evan no había hablado conmigo en todo este tiempo, decidí dejar que las cosas fluyeran, y al parecer eso significaba no volver a hablarnos. Sabía que para sanar la herida debía dejar de abrirla.
En cuanto a mis estudios, había entrado hace dos meses a la universidad pero Evan jamás apareció. Lo buscaba todos los días e incluso había días en que iba al edificio en el que debía haber estado él, pero no había rastro alguno.
Alex había hablado conmigo, dijo que hiciera lo mejor para mí y que si creía que lo correcto era olvidarlo, estaba bien. Y que él no estaba enojado de que hablara con Evan.
—Te ves increíble, eres una novia hermosa —dijo mi mamá con una sonrisa mientras acomodaba mi peinado, yo sonreí al verme al espejo y la felicidad aumentó en mi.
—Aún no logro creer que llegó este día después de que recorrieran la fecha —le sonreí.
—¿Y si no llega? —Olivia nos miró con nerviosismo y nosotras la vimos con ternura, estaba nerviosa también.
—Adam lo trajo esta mañana, sabríamos si hubiera algo de que preocuparse —mi mamá tomó su mano y la sobó ligeramente.
—Y es Alex, jamás haría eso —la tranquilicé.
Tocaron la puerta y Adam apareció por el marco.
—Espero no interrumpir —sonrió apenado y me entregó las lleves del auto de mi mamá. Había ido a recoger a una de las amigas de mi mamá al aeropuerto. —La del banquete está teniendo una crisis.
—Dile que no tardaré, iré en seguida —dijo mi mamá caminando hacia Olivia para poderle poner un collar.
—Lo intentaré, nos vemos en unos minutos —dijo y salió por la puerta sin antes subir los pulgares hacia donde estaba Olivia. Ella rio ligeramente y suspiró.
—Estoy segura de que Alex está igual de nervioso que tú —aseguró mi mamá. —Voy a revisar los preparativos.
Al momento que mi mamá se fue, tomé una botella del vino que había en la hielera y serví dos copas.
—Toma, lo necesitas —le entregué la copa de vino. —¿Lista señora Hood? —sonreí pícaramente y ella se bebió todo el vino restante.
—No... pero lo estaré cuando lo vea —sonrió. —¿Y tú?
—Si, lo estoy —afirmé caminando hacía la puerta.
Tomé las flores de la mesita y me preparé para poder salir con Adam, ya que yo era su dama de honor y él sería su padrino de boda. Mi corazón se detuvo al ver que el que estaba parado ahí no era Adam. Si no Evan, tenía un traje negro ajustado, y una florecita al lado de la bolsita del saco. Mis piernas fallaron en ese momento ya que no podía moverme.
—¿Como llegaste aquí? —musité viéndolo a los ojos. Él sonrió y me tomó del brazo para poder comenzar a caminar a través del pasillo. Todas las vistas se posaron en nosotros y pude notar como Alex movía las cejas de arriba a abajo y ahí lo supe.
—Tienes un don para esta cosas —me dijo bajito, y yo sonreí.
—Gracias.
Al llegar al altar, nos separamos ya que él fue al lado de las damas y él a lado de Alex junto a Adam, pero un ningún momento me quitó la mirada. Estaba muriendo ahí mismo. Sentía como mi corazón bombeaba a tal grado que sentía que se saldría de mi pecho y respirar se me dificultaba cada vez más.
Olivia apareció con su hermoso vestido blanco. Sus rizos estaban sueltos y con sus manos sostenía el ramo de flores blancas. Automáticamente Alex sonrió ampliamente y un par de lagrimas cayeron por su rostro. Olivia caminó hacia donde estaba Alex, pero en ningún momento se le borró la gran sonrisa que tenía, sabía que los nervios habían pasado.
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Perfecta Atracción ©
RomanceSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...