Las habitaciones eran espaciosas y muy acogedoras, cada una tenía un color de tapiz diferente, pero había una que captó mi atención de inmediato. El tapiz era de color blanco , tenía un pequeño tocador de color blanco con un gran espejo en el cual se reflejaba toda la habitación, una alfombra rosada estaba colocada a un lado de la cama, la cual tenía unas lindas sábanas blancas. Y de lado derecho estaba una puerta blanca la cual daba al pequeño baño.
—Es muy linda —volteé a ver a Adam el cual estaba recargado de la pared mientras cargaba mis maletas con ambas manos. Tenía una gran sonrisa en su rostro, así que yo me aparté para que pudiera pasar, caminó hasta la cama y las dejó sobre esta. — ¿Elegirás esta habitación?
Pensé por un momento mirando a todos lados, esta era la que quería. Más que nada porque también tenía un balcón, me gustaba el que tenía la casa de Adam ya que estas semanas que había pasado allí, podía salir y ver la gran vista del parque que tenía a unas cuadras, podía ver a los niños jugar y disfrutar sin ninguna preocupación. Quería hacer lo mismo, solo que aquí tenía la vista del bosque, los grandes pinos se asomaban por todos lados. Me gustaba este lugar, me gustaba estar aquí.
—Sí, esta es la que quiero —aseguré y salí corriendo a ver el balcón. Al abrir la puerta, todo el aire fresco entró a la habitación dejando una frescura agradable. Me coloqué en el borde y miré a todos lados emocionada por ir a explorar. Al lado del bosque se encontraba la autopista que llevaba de regreso a mi antiguo hogar.
La gran parte del día no la pasamos desempacando, el tío de Adam olvido que una caja de él estaba muy apretada por la cantidad de ropa que había metido, así que cuando le quito la cinta, su ropa interior salió disparada por toda la sala.
Él corrió a recoger toda su ropa interior mientras que nosotros explotábamos en risas.
Cuando menos habíamos imaginado, la noche había caído. Mi mamá dijo que nos daría espacio, así que ella y Charlie subieron a su habitación.
—Qué día— Comentó Adam estirándose en el sillón, dejando a la vista un tatuaje de diamante. Me entró curiosidad por saber que significaba, pero no quise preguntarle.
— ¿Me llevas a hacerme un tatuaje? —solté de repente sin pensar lo que decía. Adam soltó una carcajada y me vio con una sonrisa pícara.
— ¿Qué te quieres tatuar? —enarcó una ceja y recargo sus codos en sus piernas. — ¡Déjame adivinar! ¡Un infinito!
Al escuchar lo que él pensaba que me tatuaría arrugué mi nariz y negué mientras reía. No quería nada de eso, ni flores. Quería algo que representara a mi familia, tal vez las iniciales de mi mamá y de mi hermano. Ellos eran todo para mí.
—No lo sé... necesito opciones —le sonreí débilmente. Y el asintió con una sonrisa.
Minutos después me encontraba en la puerta con Adam besándome desesperadamente. Pero no sentía nada.
Culpé a mi enojo que mi cuerpo no tuviera reacción alguna, Adam era agradable y guapo.
Tomé a Adam de la nuca y lo besé con rudeza. Nada.
Los labios de Adam se sentían fríos y ásperos comparados a los suaves, tibios y deliciosos labios de Evan, a pesar de que no lo había besado, sabía que era así.
Evan.
La imagen de Evan sonriéndome y alegrándose cada vez que yo sonreía me torturó. No podía hacerle esto. Si quería alguna oportunidad con él debía ser fiel. Pero Adam era mi novio, y también tenía que serle fiel a Adam. Era todo un caos.
—Vete por favor —limpié mis labios y Adam frunció el ceño.
—¿Hice algo mal?
«No, solo no eres él »
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Perfecta Atracción ©
RomantizmSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...