Capítulo 4

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Me desperté con la voz de Alex resonando en mi cabeza, insistiendo en que tenía que mostrarme algo. Aunque estaba abrumada, asentí y salí de la cama para darme una ducha rápida. Cuando finalmente estuve lista, me entregó un casco, lo ajustó lo suficiente como para que no se moviera y nos pusimos en marcha en su motocicleta. Mi cuerpo tembló de miedo y quise gritarle que parara. Pero solo cerré los ojos y me dejé llevar.

Al llegar caminamos juntos hacia la playa, y mientras la arena se filtraba entre mis dedos, una sensación de familiaridad me invadió. No podía recordar haber sentido esa textura antes, pero algo en mí sabía que era especial. Alex tomó mi mano y me llevó hasta la orilla del mar. Cerré los ojos y me dejé llevar por la brisa salada, permitiendo que cada pequeño detalle del momento se grabara en mi memoria, aunque fuera solo por un instante.

—Se que no recuerdas nada —dijo mi hermano con melancolía mientras veíamos el horizonte. —Pero se que pronto lo harás y todo regresará a la normalidad... me odio por no haberte protegido, y se que si yo hubiera ido por ti, otra historia sería —su voz se quebró al decir esas palabras y yo lo volteé a ver. Tenía sus ojos llenos de lagrimas y yo negué con la cabeza.

Lo abracé con fuerza, sintiendo el peso de sus palabras y su dolor.

—No te odies, Alex —le dije con ternura. —No puedes culparte por algo que está fuera de tu control. Estamos juntos ahora, y eso es lo que importa. No importa lo que haya pasado en el pasado, lo importante es que estamos aquí, juntos —sus lágrimas se mezclaron con las mías mientras nos abrazábamos con fuerza, encontrando consuelo el uno en el otro en medio de la incertidumbre.

Alex me tomó desprevenida al agarrarme por la cintura y adentrarse a mar. Un grito escapó de mis labios al sentir el agua fría envolviendo mi cuerpo, pero antes de que pudiera protestar, Alex estalló en risas ante su propia travesura. El sonido de su risa contagiosa llenó el aire mientras nos sumergíamos en las frías aguas del mar. Aunque inicialmente había sido un shock, pronto me encontré riendo junto con él, disfrutando del momento espontáneo y de la cercanía con mi hermano.

Mientras jugábamos en el mar, sentí una oleada de alegría y felicidad que me inundó por completo. En un impulso, expresé en voz alta mi deseo de que la vida siempre fuera así, llena de risas y amor. En ese momento, Alex me atrajo hacia él y me abrazó, susurrándome un "te quiero" al oído. Sonreí ampliamente y correspondí su abrazo con todo mi corazón. Aunque no podía recordar nada acerca de él debido a mi amnesia, estaba agradecida por poder crear nuevos recuerdos con él y por sentirme tan amada y cuidada en ese momento.

Nos reímos juntos al ver nuestra ropa empapada y colgando debido al peso del agua, hice una mueca al recordar que no traíamos una muda de ropa extra, pero no me importó en lo más mínimo. Solo quería disfrutar del momento con mi hermano. Caminamos por la orilla, dejando huellas en la arena mojada, hasta que nos detuvimos en un puesto de paletas de hielo. Alex pidió una de limón para él y una de fresa para mí. Al probar la paleta de fresa, solté un gemido de placer al sentir su cremosidad en mi boca. Estas nuevas sensaciones y experiencias me estaban encantando, y solo quería seguir descubriendo más.

Al llegar a casa, mi mamá abrió los ojos con sorpresa al vernos mojados, pero Alex rápidamente explicó que habíamos ido a la playa y nos habíamos divertido. Ella sonrió y nos pidió que nos cambiáramos de ropa. Sin embargo, al entrar a mi habitación, sentí cómo todo el buen ánimo que me había acompañado durante la mañana se desvaneció. Había regresado al lugar donde me sumergía en mi propia miseria, incapaz de escapar de los oscuros pensamientos que me acechaban. Alex notó mi cambio de ánimo y, con una delicadeza reconfortante, me puso frente a él, tomándome suavemente de los hombros.

—Todo estará bien, ¿sí? —me dijo con una sonrisa tranquilizadora. Asentí, sintiendo un rayo de esperanza entre tanta oscuridad, al menos por un breve momento.

El resto de la tarde transcurrió de manera increíble. Alex se aseguró de que no cayera de nuevo en mi depresión constante y se esforzó por mantener ocupada mi mente con actividades divertidas y relajantes. Jugamos videojuegos juntos, experimentamos con nuevas recetas de comida y nos aplicamos mascarillas refrescantes para relajarnos aún más.

—Deberíamos hacer esto más seguido —dijo Alex sin moverse.

—Definitivamente  —respondí entre risas mientras observaba a Alex con su mascarilla blanca puesta y unos pepinos en los ojos. La imagen era tan cómica y adorable que no pude evitar reír aún más. Estar juntos de esa manera, disfrutando de los pequeños placeres de la vida, era justo lo que necesitábamos para mantenernos conectados y felices. Estaba agradecida por tener a Alex como mi apoyo constante en estos días.

Mientras la noche caía y Alex se preparaba para despedirse, un nudo se formó en mi garganta y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. No quería que se fuera, deseaba que se quedara y que pasara el resto de la noche charlando conmigo. Sentí cómo mis lágrimas recorrían mis mejillas, pero antes de que pudieran caer al suelo, Alex las limpió rápidamente con un gesto reconfortante. Su presencia era como un faro en medio de la oscuridad, y aunque su partida me entristecía, me reconfortaba saber que siempre estaría allí para mí.

—Te prometo que volveré y seguiremos haciendo más cosas divertidas —aseguró mi hermano con una sonrisa reconfortante. Asentí con determinación y lo abracé fuerte, sintiendo un torrente de emociones abrumadoras. —También te ayudaré a recordar —añadió antes de besarme en la mejilla y salir por la puerta, dejándome con un nudo en la garganta y la esperanza latente en el corazón.

Cuando finamente había quedado sola, caminé a la cocina y me preparé unas palomitas, las saqué del microondas justo a tiempo para disfrutarlas en el sofá. Sonreí al ver que habían subido "All those voices", el documental de Louis Tomlinson, y lo reproduje sin pensarlo dos veces.

Apagué las luces y me acurruqué en el sillón, dejando que las poderosas canciones llenaran la habitación. Aunque no conocía todas las letras, disfrutaba cada nota y cada melodía. En medio de la película, el sonido retumbante de la música hizo que los vidrios vibraran, pero no me importó. Sabía que mi mamá vendría a decirme que bajara el volumen, pero en lugar de eso, la mamá de Adam asomó por el marco de la pared y decidió dejarme disfrutar del momento con una sonrisa al ver que era yo. Era un pequeño gesto que significaba mucho para mí, y me sentí agradecida de tener su apoyo y comprensión.

Después de que terminó el documental, solté un gruñido de frustración al darme cuenta de que quería más música. Me levanté rápidamente y coloqué otro documental, esta vez sobre Taylor Swift, que también prometía ser una experiencia musical emocionante. Corrí a la cocina por más palomitas y decidí llevarme un bote de helado de chocolate y una soda para complementar la noche. Coloqué todo en la mesa del centro y sonreí satisfecha antes de volver a acomodarme en el sofá, lista para disfrutar del próximo documental.

Al darme cuenta de que había estado viendo documentales musicales durante toda la noche, mis ojos se abrieron de repente al ver la luz de la mañana entrar por la ventana. Sacudí mi cabeza, intentando despertarme por completo, y decidí echar un vistazo rápido a la hora. El reloj marcaba las seis de la mañana, lo que significaba que había pasado toda la noche despierta.

Con un suspiro, pausé "Cruel Summer" y comencé a recoger todo, ya que la mamá de Adam se iría a trabajar en un par de horas. Tomé los platos y los lavé, tratando de dejar todo en orden antes de que ella se levantara. Aunque me sentía agotada, había sido una noche de música y emociones que había valido la pena.

Subí lentamente las escaleras, decidida a no despertar a nadie. Finalmente, cuando estuve dentro de mi habitación, me aventé a mi cama con un suspiro de alivio. Estaba agotada pero feliz, sintiendo el cansancio acumulado después de un día tan lleno de emociones. Quería dormir un poco y recargar energías, sabiendo que había sido un día increíble y que sin duda repetiría más seguido. Con una sonrisa en los labios, me dejé llevar por el sueño y me sumergí en un merecido descanso.

Perfecta Atracción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora