Nos encontrábamos sentados en la oficina de la directora, serios, sin siquiera poder hablar.
La directora nos miraba con la mayor furia que habíamos visto. Estábamos con la cabeza agachada, yo jugaba con mis manos y Evan con su anillo, señal de que estábamos muy nerviosos.
— ¿No creen que ya están bastante grandes como para estarse peleando? —habló con su voz grave, mientras miraba a cada uno de nosotros. —Era de esperarse, siempre son ustedes dos. No me sorprende.
Vi que Elena estaba comiendo un pedazo de pizza. La miré amenazante, iba a causarnos más problemas.
— ¡Me parece una completa falta de respeto que estén comiendo mientras les hablo! —musitó, realmente enojada, dándole un fuerte golpe al escritorio. Yo me sobresalté por el ruido.
Sentí que Evan tenía la mirada fija en mí, pude verlo por la vista periférica.
—Ya no sirve que cite a sus padres, nunca van a parar —habló suspirando. —Y usted señorita Hood, está a nada de irse a Toronto y hace esto.
Los ojos de todos se abrieron de golpe. Miré a Evan de reojo el cual tenía el ceño fruncido y bajó la mirada.
Se sentó en su escritorio, suspirando pesadamente y paseando sus manos por su rostro de forma reiterada. Se quedó viendo fijamente su mesa, como si estuviera pensando alguna solución a todo esto.
Fueron varios minutos de incomodo silenció, hasta que a Elena se le escapó una risa y Evan le pegó una patada por debajo de las sillas.
De repente la directora abrió los ojos, como si hubiera tenido una gran idea.
— ¡Ya sé lo que haré con ustedes! —pronunció mientras nos señalaba a los cinco con una sonrisa de oreja a oreja. —Tareas extracurriculares.
— ¿¡Qué!? —gritamos al unísono.
—Así es, después de la escuela se quedarán una hora más y harán tareas de mantenimiento, en forma de castigo. —articuló satisfecha, al ver las caras que teníamos en este momento.
—Entonces... —agarró una hoja y un bolígrafo, volvió a tomar asiento en su escritorio. —Va a ser en grupos. El primer grupo: Stone, Williams y Young, limpiaran los pasillos.
Elena suspiró pesadamente, Sky imitó su acción y Silver solo se quedó quieta mirando sus pies.
—Y de los baños se ocuparan Smith y Hood. Eso es todo —exclamó levantándose de su asiento. —Empiezan hoy y no quiero enterarme que paso algo.
Sin decir más, se fue de la oficina, cerrando con un portazo.
La habitación quedó en completo silencio.
Regresamos a nuestro edificio para volver a clases. Todos se nos quedaban viendo pero hice caso omiso a sus miradas y susurros. Terminé de anotar unas formulas y miré a Elena de reojo, estaba con ambas manos en la mesa y tenía su mentón en el metal donde estaba su cuaderno.
Al finalizar las clases, guardé todas mis cosas en mi mochila. Todos salieron como locos, corriendo en todas las direcciones y sentidos posibles.
En cambio nosotras, nos quedamos allí, sin ánimos de nada. Teníamos que hacer las tareas, con esas locas.
—Yo en serio que no puedo creerlo, te vas a Toronto y no nos habías dicho —suspiró Elena exasperada.
—No sabía cómo hacerlo.
—Él lo entenderá —me dio un codazo y salimos del salón. Caminamos hacía la cafetería donde habíamos quedado de encontrarnos para ir a hacer dichas tareas.
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Perfecta Atracción ©
RomantizmSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...