Capítulo 29

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Desperté por el sonido de la alarma. Abrí mis ojos esperando que Evan se encontrara a mi lado, pero me di cuenta estaba yo sola en la cama.

Escuché un ruido proveniente de abajo indicándome que posiblemente la mamá de Evan no fue a trabajar. Bajé las escaleras encontrándome con un Evan preparando el desayuno.

Me quedé observando su trasero enfundado en sus habituales jeans negros.

— ¿Todavía no estás lista, palmerita? —Evan se giró con el sartén en la mano y temí porque pudiera incendiar la cocina. — ¿Piensas ir a inscribirte en pijama?

— ¿Vendrás conmigo?

—En ningún momento he dicho que yo fuera a ir, pero... te lo prometí ayer, así que si —sonrió moviendo sus cejas.

Sonreí y caminé hacía él para darle un beso rápido. Nos sentamos en la mesa y comenzamos a desayunar.

—Aunque si prefieres podríamos quedarnos acostados en el sofá toda la mañana —me sonrió pícaramente. —Podrías explorar zonas que nunca has explorado.

—Tú siempre pensando en lo mismo. Si quieres que explore, tendrás que ganártelo —reí y me levanté de la mesa para lavar los platos.

—Me encantas recién levantada —Evan me agarró por detrás para mordisquearme la oreja. Odiaba que hiciera eso, hacía que perdiera todos mis sentidos.

—Así no vas a conseguir nada —me aparté de él para subir a mi habitación.

—Sav... no seas mala —lo escuché decir abajo.

Caminé al clóset y tomé unos jeans negros junto con una playera blanca. Lo combiné con una chaqueta negra y unos tenis blancos. Sujeté mi cabello en una coleta alta y un poco de labial.

— ¿Estás lista ya? —Evan apareció por el marco de la puerta con una sonrisa coqueta. —Te ves preciosa —halagó y se colocó atrás de mí para besar mi cabeza.

—Adiós, Evan. Que te vaya bien en el día —dejé un beso en su mejilla para dejarlo ahí plantado. Quería hacerle una broma haciéndole creer que no me iría con él.

Bajé las escaleras y justo cuando estaba a punto de salir por la puerta, un cuerpo me levantó en el aire. Intenté zafarme de Evan, pero mi intento falló.

— ¡Evan! Bájame ahora mismo, era broma —le confesé riendo mientras él hacía caso omiso. Me sentó sobre su motocicleta y me miró con una mueca divertida.

—No fue gracioso —me dijo mientras él me colocaba el casco, se montó a la motocicleta para arrancar y salir de ahí.

Cuando llegamos al estacionamiento de la universidad, mi corazón comenzó a latir rápidamente al ver el gran tamaño de los edificios. Tenían distintos colores y varios señalamientos te indicaban hacia donde quedaba cada especialidad.

—Es gigante —fue lo único que salió de mi boca. Evan me miró y tomó mi mano para poder ir al edificio de informes.

Caminé observando todo con mucha atención, estaba encantada con la universidad, tenía muchas actividades y todos parecían muy amables. Después de haber llenado demasiado papeleo, oficialmente ya era parte de la Universidad del sur de California. Evan también se había inscrito y eso era lo que más me emocionaba de todo. Su edificio estaba en frente del de danza así que podíamos vernos.

— ¿Y ahora qué quieres hacer? —Evan entrelazó nuestras manos y caminamos a la salda. Nuestro curso comenzaba en dos meses, lo que hacía que los nervios aumentaran aún más.

— ¡De compras! —chillé emocionada. Él solo arrugó su nariz, sabía que no le había agradado la idea. — ¿Te apetece venir conmigo, Evie?

—Mientras no me hagas cargar muchas bolsas, todo estará bien —le pegué en el hombro y el soltó una risita. —Entonces mejor vamos a casa por el auto, porque si no, no sé en dónde meteremos tantas bolsas.

Perfecta Atracción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora