"Lo siento.
Te juro que lo siento tanto Savannah. Odio decir esto por una carta, odio tener que decirte que te tengo que realmente dejar esta vez. Tengo que dejarte y no tienes idea de cómo me duele. Es lo mejor para los dos, lamento haberte preguntado hace unos días si querías ser mi novia, no estaba pensando con claridad.
Ojalá pudiera ser diferente pero no puedo estar contigo.
No puedo hacerte feliz. Tengo que dejarte ahora y para siempre.
-Evan".
¿Cómo debía reaccionar? Porque estaba segura que sentí querer llorar de inmediato. ¿Me dejó? ¿Realmente? Me había despertado y había una nota en la mesa de luz que estaba junto a mí. Me estaba por arrancar el cabello, lloré y sollocé porque no podía creerlo. Evan me estaba dejando.
¿Que no estaba pensando con claridad cuando me volvió a preguntar que fuera su novia? De verdad era lo más cruel que alguien me había hecho desde que había despertado del coma. No tenía corazón.
Me levanté como pude y caminé hasta el baño. Me lavé el rostro y lave mis dientes. Cuando salí, mi único objetivo era buscar a Evan y que me explicara todo esto porque la verdad es que no entendía nada y quería una respuesta. Porque estaba por destruirlo todo.
Bajé las escaleras rápidamente para buscar a mi mamá y preguntarle si no había visto a Evan, pero todo lo que encontré fue a un Evan con una sonrisa en su rostro y sus brazos como alas para darme un abrazo. Su sonrisa se esfumó cuando pudo notar mis ojos rojos e hinchados.
—Sav, palmerita...
Molesta, caminé hasta él y golpeé la carta contra su pecho.
—Eres un maldito desgraciado. ¿Cómo puedes hacerme una broma así? —lloré. —Pedazo de insensible, voy... voy a matarte, Evan —seguí llorando y golpeé débilmente su pecho. —No tienes idea de lo que me ha dolido leer esa jodida carta.
Evan me miró triste y para que dejara de golpearlo, me abrazo.
—Lo siento, lo siento, lo siento, Lo siento muchísimo Sav —dijo Evan. —Feliz día de los inocentes.
— ¿Feliz? Esto es tan triste, y tú dices feliz —dije y paré de golpearlo. Respiré profundamente y apoyé mi frente en el pecho de Evan. —Voy a matarte.
—Lo siento. No quería hacerte llorar, pensé...
— ¿Pensaste que no iba a dolerme? Estás equivocado. Me ha dolido demasiado.
—Lo siento —me abrazó más fuerte. —Lo siento, cariño.
—No voy a perdonarte.
— ¿Y si beso tus labios? ¿Lo harías?
—Eh...— dije comenzando a dudar. —No. Definitivamente no. No puedes hacer una broma así, Ev —levanté mi rostro y lo miré con ojos llorosos. Iba a volver a llorar.
Evan ladeó la cabeza mirándome y se acercó a mi mejilla dejándole un beso.
— ¿Ahora?
—No.
— ¿Me perdonas?
—Jamás —dije y Evan me dio un beso en la comisura de los labios.
— ¿Ahora sí?
—No —hablé. Molesta me separé de él retrocediendo unos pasos. —Déjame, no me toques.
Pero Evan me tomó de los brazos. Tirándome en el sofá y comenzó a hacerme cosquillas. Comencé a reírme a carcajadas, literalmente no podía parar.
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Perfecta Atracción ©
Roman d'amourSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...