Estaba sentada en mi cama, había despertado hace unos minutos y me había dado cuenta que llevaba el beanie puesto, de seguro mamá me lo había puesto en la noche. Así que me lo quité, lo tomé entre mis manos contemplándolo con atención. Era muy suave al parecer, y eso me gustaba. Era un lindo beanie.
La puerta estaba entre abierta y Adam apareció. Tocó la puerta y yo levanté la mirada. Me coloqué de nuevo el beanie y sonreí de lado.
—Pasa, Adam.
Entró algo tímido y se sentó en el borde de la cama. Lo miré curiosa, tenía un vaso con jugo de naranja en la mano y en la otra la asquerosa pastilla que me hacía vomitar por el sabor.
Tomé con cuidado el vaso y coloqué la pastilla en mi boca tragándomela de inmediato, aguantando mis ganas de querer vomitar.
—Gracias.
El rubio me hizo una media sonrisa.
— ¿Cómo estás?
—Igual que ayer —respondí dejando el vaso en la mesita de noche. Y era verdad, no había mejora alguna y era un fastidio.
— ¿Aún no hay nada?
Negué varias veces viendo hacia abajo.
—No recuerdo nada. Esta habitación parece no ser mía —revelé mirando a mí al rededor.
—Lo es. Es muy de ti, créeme. Tú la decoraste el primer día que llegaste aquí, incluso comimos pizza—animó con una sonrisa. Mi mamá me había contado como es que llegué aquí junto a Alex, no sentía enojo con ella, al contrario, me alegraba que ya estuviera bien y ya no tuviera adicciones.
—Han pasado tus amigas. Las cuales creo también son mis amigas.
— ¿Ya has visto a Jade y Emma? —preguntó algo confuso.
—Sí. Han pasado por aquí y me han contado un par de cosas.
— ¿Qué clase de cosas? —se aclaró la garganta acercándose más a mí. Se notaba nervioso.
—Sobre...cómo comenzamos a salir tú y yo.
—Oh... —suspiró mirándome a los ojos. —Sí, fue... muy lindo.
—Sí, creo que si —respondí haciendo una mueca.
Quedamos en silencio por un par de minutos hasta que miré a Adam detenidamente. Tenía su mirada en sus manos como si estuviera pensando en algo importante, quería estar en su cabeza y saber qué pensaba. ¿Qué pensaría Adam respecto a todo esto? Quería saberlo e iba a preguntárselo pero mis ojos pasaron a su cuello, pude ver que tenía un collar. Bajé mi mirada hasta este, y era la misma cadena, me acerqué rápidamente a él sorprendiéndolo de pronto. Tomé su collar dejando ver el dije, el cual era una "S"
— ¿De qué es la S? —pregunté sacando mi collar para que se viera. — ¿Y por qué yo tengo la E?
—La E es por mí —comentó torpemente mirando el collar y yo fruncí el ceño. Adam no llevaba ninguna E.
—Pero en tu nombre no hay ninguna E— Susurré tocando la pequeña letra.
—Es por Elliot —habló rápidamente sonriendo de lado. —Mi segundo nombre.
Abrí los ojos un poco y un "Ohhhh" salió en forma de un susurro, ahora si tenía sentido.
—Y la S es por tí, Sav —comentó obvio, solté su collar y contemple el mío. —Te lo di cuando estabas en coma —confesó poniéndose aún más nervioso y miró mi rostro. Como si algo estuviera mal. El rubio se mordió el labio, y me miró dolido. — ¿Tan mal esta?
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Perfecta Atracción ©
DragosteSecuela de "Perfecta Destrucción" Si estás pensado en leer esta historia, es necesario que leas la primera parte para entenderle. Después de despertar de un largo coma, Savannah se enfrenta a una realidad desconcertante: no recuerda nada de lo que...