II. La boda parte I

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Daniela pov:

Finalmente, no queda opción.

—Sí acepto  —digo con el mayor desaliento posible.

Todos celebran alrededor aplaudiendo y pasamos al salón para realizar el primer baile.

Las miradas recaen sobre nosotras, el silencio es total, el maestro de ceremonia dice unas cuantas palabras y con una señal indica a la orquesta empezar a tocar.

—¿Siempre eres tan amargada?  —cuestiona Bibiana, poniendo su mano en mi cintura cuando empieza a sonar el vals.

—¿Qué otra cara quieres que tenga? ¿Acaso tú estás bien con lo qué está pasando? —manifiesto volteándole los ojos.

—Por supuesto que no, pero al menos voy a disfrutar esta fiesta, ya que lo que sigue de aquí en adelante no será más que un velorio.

—Al menos estamos de acuerdo en eso... —No decimos ni una palabra a partir de ese momento y evitamos incluso cruzar miradas, es el silencio más incómodo de toda mi vida.

Terminamos el vals y nos separamos inmediatamente, cada una se va por su lado mientras los demás aplauden. Me dirijo hacia una de las mesas donde se encuentra mi "mejor amigo" con algunos otros invitados.

—Daniela, ¿qué tal el matricidio? No pareces estarla pasando muy bien —dice con una risa burlona pasándome una copa de champagne.

—No estoy para juegos, Esteban, este es el peor día de mi vida y por mucho. —Bebo toda la copa de un solo un sorbo como si el alcohol fuese a solucionar mis problemas.

—Vamos, Daniela, no todo es malo, mira el lado positivo, tienes una esposa hermosa. —Ambos dirigimos la mirada hacia Bibiana, que se encuentra de pie compartiendo con otros invitados, puedo ver una mirada de deseo en los ojos de Esteban. Le pego un suave puño en el brazo y resoplo.

—Por favor, sabes bien que no me gustan las mujeres y además esa mujer es una pesadilla total. —Se ríe nuevamente y me pasa otra copa.

—Relájate, todo va a estar bien, de todas formas es un matrimonio solo por conveniencia, ¿o es qué van a consumarlo? —se burla con malicia, alzando una de sus cejas, me levanto sin ganas de aguantar sus chistes pesados y me dirijo al jardín.

Respiro profundo y siento el frío de la noche en mi cara, cierro los ojos por un momento y trato de relajarme. No pudo creer que esto esté pasando... Siento a alguien acercarse y es mi padre, queda a mi lado y me da un gran abrazo.

—Felicitaciones. —Una sonrisa con un poco de culpa se asoma en su rostro y con su mano acaricia mi mejilla.

—¿Dónde está mamá?  —pregunto desinteresada ignorando sus palabras.

—Compartiendo con los invitados, cosa que tú también deberías hacer. —Se lleva una mano a su cabello sacudiéndolo con frustración—. Cariño, sé que esto no es de tu agrado, pero por lo menos dibuja una sonrisa en tu cara.

—¿En serio? No seas descarado, sabes bien que esto lo hice por ustedes y por las empresas, con eso debería bastarte. —Mi voz se quebranta al terminar mis palabras.

—¿En serio crees qué esto es solo por tener una mayor fortuna? ¡Lo hicimos por tu bien también! No eres la misma desde el incidente con Carlos, ¿crees qué no sabemos de tus andanzas?  —Baja su voz al notar que algunas miradas se dirigen a nosotros.

—¡No lo metas en esto! Además, tengo 28 años ¿crees qué aún no sé como manejar mi vida? —digo impaciente con ánimos de estar sola.

—Por favor, solo te pido que le des una oportunidad, Bibiana es una buena mujer, tu madre y yo te amamos, sé que el amor surgirá entre ustedes.

—¿Te parece? ¿Acaso están ciegos? Desde que terminamos el vals no ha hecho más que coquetear con los invitados y desde que tengo memoria nos hemos llevado mal.

—Sus personalidades son muy diferentes, sé lo seria que eres y ella es una mujer alegre, pero no confundas eso con coquetería, ella solo está compartiendo, no te dejes llevar por el odio o esto verdaderamente será un infierno. —Se acerca y besa mi mejilla—. Te espero dentro. —Sin decir más se aleja.

Quiero llorar por un segundo, pero recobro la fuerza, saco un cigarrillo y exhalo la primera bocanada de humo con la mayor lentitud posible, siento el sonido de unos tacones a mi espalda y es ella... ¿Ahora qué quiere? ¿Por qué no me deja tranquila?

—¿Qué haces aquí? —le pregunto, llevando de nuevo el cigarrillo a mi boca mirando a las montañas y no a sus ojos.

—No sabía que estabas aquí, solo quería un respiro de tanto teatro, ¿qué haces fumando? ¿ No sabes qué es malo para tu salud?

—¿Desde cuándo te importa mi salud?, ni siquiera me conoces, el único contacto que llegamos a tener alguna vez fue en las reuniones de mis padres cada verano, que ellos fuesen mejores amigos no nos convierte en nada a nosotras, ¿o es qué te estás tomando en serio el papel de esposa? —me burlo con sarcasmo y la miro con desgrado. A pesar de todo sé que su comentario no es más que una referencia por la muerte de su padre.

—Poco me importa lo que hagas o dejes de hacer, pero vamos a vivir juntas y no quiero ese maldito olor a cigarrillo cerca de mí. —El enojo se empieza a reflejar en su rostro.

—¿Quién te dijo que vamos a convivir? Podremos vivir en la misma mansión, pero cada una tendrá su habitación —añado con altanería, ¿pero qué pasa por la cabeza de esta mujer?

—Perfecto, mejor para mí, me encanta tener mi espacio y hacer lo que yo quiera —espeta riendo a carcajadas.

Esas palabras hacen que mi imaginación vuele y una furia crece dentro de mí, me acerco a ella con rabia y agarro la muñeca de su mano con fuerza tomándola por sorpresa.

—No sé a qué te refieres con hacer lo que quieras, pero te voy a dejar algo muy claro, el hecho de que esto no sea un matrimonio real, no te da derecho a llegar a serme infiel, no quiero ser la burla de la sociedad, porque te juro que de ser así voy a acabar contigo y con lo que queda de tu familia, de ahora en adelante dejaras de comportarte como una maldita zorra, vi como coqueteabas con todo el mun... —Antes de terminar de hablar, siento como se libera de mi agarre y me da una cachetada.

—¡No soy una maldita zorra ni nada de lo que dices, no eres más que una niña malcriada con ínfulas de adulta que no conoce el mundo! —grita al punto de llamar la atención de varios invitados, de repente baja el tono de su voz y me mira con odio—. Traté de llevar las cosas bien contigo, Daniela, pero eres un ser  horripilante y amargado y si querías la peor parte de mí, perfecto, es lo único que vas a conocer. Y por la fidelidad ni te preocupes, muy a tu pesar conozco lo que es respeto. —Se regresa por el mismo lugar por donde vino, a lo lejos diviso una mirada desaprobatoria de mis padres y murmullos de la gente.

Quedo en estado de shock, por inercia llevo la mano a mi mejilla procesando el golpe. Recupero la cordura y la ira una vez más regresa a mí... Maldita, jamás te perdonaré esta cachetada, ¡jamás!

Haciéndome la de la vista gorda e ignorando a los demás, termino mi cigarrillo, lo boto al piso y lo apago con furia, a paso apresurado me adentro en la mansión y me dirijo al baño, me miro en el espejo examinando mi mejilla, de verdad sentí que me volteo el mundo, quiero corroborar que no me falte ningún diente. Por fortuna solo la noto un poco enrojecida.

Salgo nuevamente y me mezclo con la muchedumbre fingiendo felicidad y conviviendo con todos en un intento fallido de que olviden lo sucedido, después de todo para el mundo este matrimonio es completamente genuino, fruto de un gran amor...

Bidan: un matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora