XXII. Beatitud

17.7K 1K 324
                                    

Pov Daniela

Han pasado diez días desde que la apartaron de mi lado... No puedo creer que esto haya sucedido, no logro hacer otra cosa aparte de culparme, si tan solo ese día hubiera hecho caso a mi razón no estaríamos en esta posición, ¿estará pasando hambre? ¿Estará aguantado frío? ¿Se habrán atrevido a tocarla?

Una angustia crece en mí a cada instante de tan solo pensarlo, ¡yo debería estar en su lugar! Mis lágrimas recorren mi rostro una vez más mezclándose con el agua de la tina, llevo más de treinta minutos sumergida en mis pensamientos, el agua que antes calentaba mi cuerpo para aliviar la tensión empieza a enfriarse poniendo mis vellos de punta, pero poco me importa... No me importa nada desde el día que me la arrebataron, ya no como, ya no duermo y mi mayor aliado para esta ansiedad es el cigarrillo.

¿Quién habría pensado que esta mujer significara tanto para mí? O más bien, que ella era mi vida... Estoy irreconocible, no soy más que una magdalena fumadora.

La conozco desde que tengo memoria... Pero siempre nos llevamos mal, todo el tiempo tratando de hacernos la vida imposible, odiándonos sin motivo alguno, si hubiese sabido el ser maravilloso que ella era, nuestra infancia hubiera sido diferente y habría aprovechado cada segundo a su lado desde que nuestros padres nos presentaron en aquel verano...

Tenía cinco años y mi padre me llevaba en brazos hacia el lago.

Princesa, hoy vamos a conocer a alguien muy especial.

¿A quién, papi?

Es una sorpresa, cariño, pero se puede decir que es alguien que te hará compañía cada verano para que no te sientas solita.

¿Me compraste una nueva mascota?, ¿gatito o perrito? Emocionada, tomo con mis pequeñas manos sus mejillas.

No, amor. Papá ríe eufóricamente —, ya tienes bastantes y tu mamá nos mataría si lleváramos otro más a casa.

A medida que nos acercamos más al lago visualizo dos sombras, una muy similar a la del tío Julio... El tío Julio es muy lindo conmigo, él es el mejor amigo de papá, él me envía muchos regalos seguido y siempre hablamos por teléfono cada vez que llama a mi papi... El tío Julio casi siempre está de viaje con su familia y viene muy seguido a vernos, sé que tiene una hija un año mayor que yo, pero aún no la conozco, ella estudia en otra ciudad y de todas formas no me interesa conocerla, no quiero que mi papá la llegue a consentir como el tío Julio me consiente a mí...

Papá me deja en el suelo y yo salgo corriendo para abrazar al tío Julio, pero antes de lanzarme a sus brazos me detengo al ver a su lado a una niña que toma su mano, su ropa está llena de acuarela y su cabello está todo revuelto, ella me sonríe, pero yo le saco la lengua y regreso a los brazos de mi papá para que me cargue.

—No, cariño, ¿dónde están tus modales? Saluda a Bibí como es debido. —Y con un pequeño empujón en la espalda me obliga a acercarme a la niña llena de pintura.

Tú también, mi vida, acércate para saludar a Dani  le dice me tío Julio a la que supongo es su hija y que ya no parece tan interesada en conocerme luego del puchero que le hice.

Nos aproximamos a regañadientes haciendo cara de disgusto las dos, ella trata de darme un pequeño abrazo, pero yo la empujo y la hago caer de espaldas sobre su trasero.

Guacala, estás llena de pintura. Ella empieza a llorar a gritos por el golpe que se dio y mi papá corre a levantarla.

¡Daniela! ¿Qué acabas de hacer? Estás castigada, esta tarde no iremos a nadar.

Bidan: un matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora