XL. Plan B

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Daniela pov:

Salimos de la veterinaria con el cachorro aún dormido por la operación, le compramos una bolsa de comida y una camita cómoda para que pueda dormir, en el camino noto que se encuentra un poco desnutrido y parece tener en su cuello señales de maltrato.

—Creo que lo tenían amarrado, ¿ves estas marcas en el cuello? —menciono acomodándome mejor en el asiento de copiloto y acercándome un poco para que Bibiana pueda verlas sin que se desconcentre mucho de la carretera.

—Sí, pobre, y también se ve famélico, supongo que logró huir —comenta echándole un vistazo rápido para luego centrar su vista de nuevo al frente.

—¿Cómo te gustaría llamarlo?

—Mmm... Es macho, ¿verdad?

—Sí... Si fuera hembra ya le habría puesto Verónica o quizás Angélica —lanzo mi veneno una vez más recostando mi cabeza en el vidrio y mirando las montañas cubiertas de nieve.

—No estoy para tus chistes tontos, no me interesa pelear, ¿quieres qué te ayude con el nombre o no? —Algo exasperada suelta un gran suspiro y con su mano libre lleva sus dedos al entrecejo simulando un dolor de cabeza.

—Bueno, pues entonces dame ideas en lugar de hacer preguntas estúpidas, bien sabes que es macho, el veterinario lo dijo. —Ella solo inhala y exhala aire de manera exagerada, supongo que tratando de controlarse.

—Bien... ¿Qué te parece Damián?

—¿Damián? ¿Cómo el hijo del diablo? —pregunto asombrada y volteando mi mirada hacia ella intrigada—. Digo, sé que no eres un ángel, pero a ese pun... —No alcanzo a terminar cuando una gran carcajada sale de su boca rompiendo el momento incomodo de hace un rato.

—Damián es un nombre hermoso, de origen griego para ser exacta, en pocas palabras quiere decir "domador" y no solo eso, también hay otro significado referente a la Diosa Cibeles, cuyo sobrenombre era Damia, Diosa de la madre tierra o señora de los animales, especialmente de los leones. —Cada palabra la menciona con total seguridad y con una sonrisa en su rostro, me encanta el gran conocimiento cultural que posee, además que le sale con tanta naturalidad que me hace quedar anonadada, no solo por su gran belleza física sino por su intelecto colosal.

—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó en voz baja e intentado mirar hacia otro lado, no quiero que me vea botando saliva por ella.

—Bueno, me encanta leer, me informo sobre todo tipo de cosas, sin contar que antes de casarme contigo podría haberme considerado una nómada, viajando de un lugar a otro aprendiendo un poco de aquello y de lo otro... Además, no creas que mi carrera era solo sentarme frente a un lienzo y pintar, para ser artista necesitas mucho más que talento.

—Ya veo... Eres una caja de sorpresas... ¿Y por qué crees que ese nombre vaya con el perrito?

—Él, con solo su presencia fue capaz de domar y amansar al ser más agresivo que conozco... Sin contar que parece un leoncito.

—¿Con ser agresivo te refieres a mí? —cuestiono ofendida llevándome la mano al pecho.

Ella suelta una gran carcajada quedando al borde de lágrimas, yo solo me volteo nuevamente hacia la ventana simulando enojo lanzando una risa sarcástica, pero sonriendo cálidamente en mi interior, extrañaba tanto compartir a su lado...

En cuestión de minutos arribamos a la mansión, Bibiana estaciona el auto y me ayuda a bajar las cosas que compramos para Damián, deja unas cuantas en la sala hasta que se encuentra con la cama.

—¿Dónde crees que debamos acomodarlo? —pregunta mirando de un lado para otro.

—Creo que por hoy estará bien si lo llevamos a mi habitación.

Bidan: un matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora