IV. Autoridad

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Daniela pov:

Son las dos de la madrugada y mi cuerpo no da más, me acerco a mis padres que educadamente están despidiendo a los pocos invitados que quedan.

—Cariño, ¿cómo estás? La fiesta ha sido todo un éxito, esto ayudará mucho a afianzar relaciones comerciales, lo único malo fue esa cachetada de hace un rato, ¿qué paso allí atrás?

—Nada de qué preocuparse, madre, problemas de pareja... —menciono con el mayor sarcasmo posible.

—Daniela, sabes bien que estas cosas no pueden pasar en público, por favor que no vuelva a suceder. —Mi padre me reprocha, como si yo hubiese empezado la pelea, estoy cansada de que se pongan de parte de la fulana esa.

—No te preocupes, papá. Sabes bien que odio dar espectáculos, fue culpa de Bibiana que no sabe guardar la compostura, además ya estaba algo tomada. Pero créeme que a esa yegua desbocada la voy a domar, no voy a ser la burla de la sociedad —respondo con una ligera risa al final a manera de reto.

—Mi vida, todos sabemos que tu esposa tiene una personalidad complicada, debes aprender a soportarla... Mañana vendrá el personal de aseo para limpiar y llevarse todo lo que quedó de la fiesta, Verónica los recibirá.

—¿Verónica? ¿Quién es ella? —cuestiono intrigada.

—Ella es la nueva ama de llaves, amor. —Mi madre responde sin darle mayor importancia al asunto.

—¿Contrataron personal sin mi consentimiento? Saben que no me gusta trabajar con personas que no evalúo yo directamente. —Los miro con recelo, poco contenta con sus decisiones. Ellos se miran entre sí al saber que no tengo remedio.

—No te preocupes, sabemos lo estricta que eres, cariño, todo el personal fue escogido detalladamente para que se adapte a tus exigencias, alguien debía hacerlo y tú no tenías tiempo, incluso hasta hoy fue que trajiste todas tus cosas a la mansión. —Con una sonrisa mi madre trata de tranquilizarme.

—Entiendo... Supongo que está bien, por ahora. —Resignada al no querer más discusiones por hoy, decido dar por finalizado el tema.

—Bueno, nosotros ya debemos irnos, no olvides que la semana que viene necesitamos hacer una reunión de negocios, esperemos que de aquí allá te lleves mejor con Bibiana, hasta entonces, mi vida, y disfruta tu nueva vida de casada. —Ambos besan mi mejilla y los veo alejarse.

Me quedo unos segundos observando como su auto se pone en marcha y decido ir en busca de mi habitación, me dirijo a las escaleras principales, la mansión es demasiado grande y me encuentro un poco perdida, ya que ni siquiera yo la elegí, fueron mis padres... Hay que aceptar que tienen buen gusto, el cual heredé de ellos obviamente, no conozco todo lo que esta casa tiene por ofrecer, pero sí sé donde queda la habitación principal, ahí debe estar todo mi equipaje. Mientras subo los escalones visualizo a Bibiana en el salón riendo a carcajadas con los que supongo serán sus amigos, en una mano tiene una botella entera de Château Margaux y en la otra un pedazo de pastel, ¡hasta para comer carece de modales!

Sigo mi camino restándole importancia, poco me interesa lo que haga o deje de hacer... Una vez en la habitación me dispongo a cambiarme, encuentro varios regalos repartidos por todo el cuarto, debe ser ropa o algo por estilo porque todos los presentes fueron minuciosamente separados en horas de la tarde y cualquier otro tipo de obsequio debe estar en el salón. Uno llama mi atención... Una caja negra envuelta con un cordón rojo en forma de moño, lo abro y ¡oh sorpresa! Es un babydoll bastante lindo y atrevido, lástima que realmente no lo voy a usar para los fines que fue diseñado... Aun así pienso medírmelo, debo sacarle algo de provecho a estos regalos... Sí... me lo pondré, igual nadie más me verá y se ve muy cómodo.

Bidan: un matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora