XVI. Ímpetu

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Daniela pov:

Hace una semana que regresé de Londres, mi contacto con Bibiana es nulo, ella ni siquiera se ha presentado a trabajar, es el colmo del descaro... No entiendo qué estará pasando por su cabeza, ¿Por qué se comporta de tal manera por unas fotos de mi pasado? Supongo que no cree en mi palabra, pero debería creer en la confesión que le entregué. ¿Cómo puede pensar que le fui infiel? ¿Por quién me toma? ¡No soy una cualquiera!, solo recordar en las palabras tan horribles con las que se refirió a mí, me hace hervir la sangre...

Lo bueno es que he tenido a Christobal de mi lado todos estos días, salimos todo el tiempo y nos distraemos, con él todo es risas, se ha convertido en mi mejor amigo y confidente, él ya conoce toda la verdad sobre mi matrimonio forzado, aunque más de una vez ha insistido que es probable que Bibiana sienta algo por mí, me niego a creerlo... Si así fuese ya se habría acercado para ofrecerme una disculpa por el malentendido... De todas formas no es como si me importara, si no me quiere cerca perfecto. No me muero por su atención.

******

En horas de la tarde me reúno con Christobal y decido llevarlo a conocer la mansión para realizar una pequeña cabalgata por los alrededores.

—Wow, cariño, no debiste traerme, jamás me volverás a sacar de aquí, este lugar es hermoso. —Me ofrece su brazo para ayudarme a bajar del auto y yo lo recibo alegre.

 —Mi casa es tu casa, no me molestaría tenerte todo el tiempo por aquí —le digo con complicidad.

Una vez adentro llamo a Verónica para que le ofrezca una bebida, pero ella no responde a mi llamado. ¿Dónde carajos estará metida?, en su lugar se acerca Esperanza, una de las chicas encargadas de la cocina, una mujer de 22 años, delgada y cabello negro, es una niña aún... Ella lo devora con la mirada, no la culpo, aquellas que no saben sobre las preferencias de Christobal desean tener una oportunidad con él, le dedico una mirada cómplice y me dirijo a mi habitación para cambiarme y usar algo mucho más cómodo para cabalgar.

En cuestión de minutos estoy lista, nos dirigimos a los establos y ya en los caballos recorremos varios lugares con naturaleza abundante, el paisaje es precioso, el atardecer le da el toque divino para hacernos sentir en un cuento de hadas.

Nos bajamos de los caballos y nos sentamos a la orilla de un acantilado que nos regala una vista perfecta de gran parte de la cuidad. Me siento totalmente en paz.

—Sabes, a Bibiana le encantaría este lugar, ella ilustra este tipo de ambientes, ¿no es así? ¿Ya la has traído alguna vez? —me pregunta con una sonrisa sincera.

Su pregunta me saca de mi ensoñación y en mi cara aparece un gesto de molestia 

—Sabes que no tengo ese tipo de relación con ella, prácticamente somos dos extrañas compartiendo vivienda.

—Daniela, nos conocemos hace muy poco, pero siento que te conozco de toda la vida y en tus ojos veo que sientes algo por ella —comenta, mirándome en una forma que no logro descifrar. 

—Si te soy sincera ni siquiera sé lo que siento... Hace un mes mi vida era normal, jamás me había sentido atraída por una mujer, nunca había sentido un gran desespero por la aprobación de una persona... Y no te niego que más de una vez he sentido celos... No puedo asegurar que es amor, pero tampoco puedo decirte que me es indiferente, porque te estaría mintiendo —confieso mientras arranco un poco de pasto para luego arrojarlo al acantilado.

—No te mates la cabeza, solo disfruta el momento. —Me regala una sonrisa tranquilizadora poniendo una de sus manos sobre las mías.

—No es tan fácil... No estoy lista, además sigo muy dolida por su comportamiento. —Christobal no me responde nada y en sus ojos aparece un brillo malicioso. Se levanta rápidamente y toma su caballo.

Bidan: un matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora