Bidan: un matrimonio a la fuerza

XLII. Revivir

Daniela pov:

Este paisaje trasmite completa paz y tranquilidad, el hombre de vestimenta hippie, de quien ni siquiera sé el nombre, nos entrega una llave y se despide deseándonos que no rompamos el lazo que nos une...

Bibiana y yo entrelazamos nuestras manos y caminamos por aquel sendero de rocas y flores hacia la encantadora y acogedora cabaña, a paso lento apreciamos cada sonido que producen los animales a nuestro alrededor, el viento sopla fuerte y choca con nuestros cuerpos otorgándonos un sentimiento rotundo de calma... Quizás sea por la "droga" que nos dio aquel matrimonio tan extraño, pero incluso siento que nuestros cuerpos emanan una luz brillante y divina. Como si se hubiesen... purificado.

Aún tomadas de la mano y ya frente a la cabaña, le echamos una última mirada al hermoso lago antes de adentrarnos en nuestra morada, el atardecer se refleja en sus aguas mansas y cristalinas brindándonos un escenario romántico salido de película, recuesto mi cabeza en el hombro de mi esposa, ella besa mis cabellos y me abraza delicadamente, no necesitamos decir palabra, creo que en este momento el ambiente habla por sí solo.

—Comienza a hacer frío, será mejor que entremos —comenta Bibiana mientras retira el cabello de mi rostro para mirarme fijamente a los ojos.

—Tienes razón. —Tomo su mano e ingresamos.

La cabaña es totalmente hermosa y espaciosa, casi todo está hecho en madera tallada a mano, tiene una gran sala- comedor, con muebles sencillos pero preciosos, y al lado unas escaleras que supongo llevan a la habitación. Enciendo la luz y nos adentramos incluso más para encontrarnos con una espectacular cena, colocada estratégicamente en el suelo, unos platos de cristal están puestos sobre un pequeño mantel blanco, rodeado de cojines de todos los colores, también tiene una exquisita botella de vino y unos cuantos aperitivos con chocolate.

Mi estómago ruge enseguida y algo apenada llevo la mano a mi abdomen tratando de callar el sonido.

—¿Qué hora es? Muero de hambre, el día se pasó volando.

Bibiana ríe y me lleva hacia los cojines para que nos sentemos a comer. 

—La verdad no sé... Es muy poco lo que viene a mi mente, sé que llegamos temprano, luego que dormimos un rato, y al poco tiempo ya estábamos frente al lago. ¿Tú qué recuerdas? —cuestiona mientras agarra nuestras copas y sirve el vino.

—No mucho realmente... Sobre todo después de los "pastelillos mágicos", pero... en mi cabeza aparecen risas y un montón de cosas ridículas —menciono con una carcajada, a lo que ella también se burla, seguramente recordando lo mismo que yo, me concentro y mi semblante se pone serio intentando recordar una vez más—. Hubo una danza extraña, unos cuantos besos, y... —Me detengo y la miro algo sonrojada.

—¿Y? —cuestiona con mirada fugaz, pasándome la copa llegando a rozar nuestros dedos en el proceso.

—Creo que hubo como... una actividad, donde nos hicieron... profesar nuestro amor mirándonos una a la otra... ¿Es verdad todo lo qué dijiste? —pregunto mordiendo un gran pedazo de pan.

—Todo es verdad —menciona quitando el pan de mi mano para entrelazar nuestros dedos—. El amor que siento por ti es inefable, Daniela, eres la mujer más testaruda, odiosa, antipática, egocéntrica, sarcástica, terca, loc...

—Bueno, gracias por lo que me toca. —Decido ponerle un alto y separo nuestras manos.

—Déjame terminar. —Ella sonríe y se acerca mucho más a mí—. Pero también eres la mujer más inteligente, hermosa, cariñosa, comprometida, trabajadora, honesta y valiente que conozco... Lo que siento por ti es inigualable a cualquier sentimiento de amor que alguna vez haya experimentado, le diste luz a mis días, y calidez a mi corazón, a pesar de que nuestro tiempo juntas ha tenido un sinfín de bajones y subidas, no lo cambiaría por nada sobre la faz de la tierra. Eres el amor de mi vida... —Su rostro está a centímetros del mío, miro sus labios entreabiertos y provocativos... Estoy totalmente embelesada por todo lo que me acaba de decir.