XLVI. Fruto prohibido

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Daniela pov:

Estas dos semanas han sido una auténtica pesadilla, con Bibiana todo es amor, pero el constante acoso de Angélica está acabando con mi salud mental, hace dos días, después de tanto evadirla, se atrevió a ir a la mansión para almorzar con nosotras, y Bibiana completamente inocente sobre las verdaderas intenciones de esa mujer la acepta como si nada... Supongo que ya no puedo esperar más y debo contarle todo lo que sucede, tengo las pruebas en mi celular, no he borrado ni un solo mensaje, eso debe ser más que suficiente para que crea que su supuesta amiga no es más que una falsa y acosadora que busca acostarse conmigo.

Aun así... Hay algo que siempre me lo impide, ella me encontró hace una semana masturbándome en el estudio y estoy segura de que más tarde esa noche regresó y buscó en mi computadora el motivo de mi calentura... Ese día estaba algo tomada y los mensajes de Angélica me causaron más curiosidad de la permitida, solo quería averiguar que llegaba a sentir si veía a otra mujer estimulándose, me preguntaba si de verdad podría llegar a causarme alguna impresión, entonces lo único que pasó por mi cabeza fue ingresar a una página porno y buscar una mujer similar a ella... me sentí tan mal cuando Bibiana me descubrió. Podría jurar que si le cuento todo, ella inmediatamente se dará cuenta de que me siento de alguna forma atraída por Angélica, no deseo que eso suceda, no quiero que Bibiana se decepcione de mí. Yo he luchado a capa y espada contra la tentación, sin embargo, yo no tendría por que mirar a otra mujer que no es mi esposa, sigo tan confundida y asustada, amo tanto a Bibiana, no quiero perderla cuando se dé cuenta de que me llama la atención otra mujer.

En varias ocasiones también he intentado contarle a Andrés, pero me acobardo en último momento, no imagino el grito que pegaría si se enterase que me tienta la arpía de su hermana, como él suele llamarla.

—Señora Daniela, tengo al señor Andrés a mi lado, desea saber si puede ingresar. —El citófono hace que salga de mis turbios pensamientos.

—Claro, Stefanny, dile que siga.

—Dani, hola, hermosa. —Andrés se acerca a mi escritorio y me otorga un beso en cada mejilla.

—¿A qué debo tus modales? Siempre entras sin avisar —bromeo y correspondo a su saludo.

—Quería ser todo un caballero este día, además sé que hoy es pago de nómina, así que supuse que estarías muy ocupada autorizando pagos —menciona tomando mi mano y llevándome hacia el sofá—. También venía a comentarte que mañana tengo que salir urgente para Alemania, por eso vengo a despedirme.

—¿Qué? Pensé que te quedarías hasta Febrero —contesto desanimada.

—Así es, pero salieron a flote unos desfalcos en mi empresa, y debo ir para solucionar el problema, pero te prometo que regresaré una vez termine todo allí, no quiero que me extrañez mucho —bromea con autosuficiencia.

—Bien... supongo que no hay de otra, pero me dejas decepcionada, no pudiste sacarle información a Verónica...

—Ya te conté que no fue mi culpa, el día de la cita no nos alcanzamos a sentar cuando la mujer ya estaba en el baño vomitando, me vi en la obligación de regresarla a la casa de tu suegra.

—Me parece tan extraño, ¿crees qué este embarazada o algo así? —cuestiono llevando la mano a mi barbilla simulando pensar.

—No lo creo, no tenía ese semblante, ni brillo en los ojos, parecía... enferma, se veía bastante mal en mi opinión.

—Ya veo...

—¿Pero qué importancia tiene ella ahora? Tú ya estás bien con Bibiana y sabes que nunca te engañó, ¿para qué sacarle información a estas alturas?

Bidan: un matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora