X. Curiosidad

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Daniela pov:

Me despierto por los rayos del sol contra mi rostro, tengo una migraña terrible y un sabor amargo en mi boca... No recuerdo prácticamente nada... Algunas conversaciones de negocios y una chiquilla raquítica haciendo de mi noche un infierno. 

Llevo la mano a mi cabeza tratando de aliviar el dolor, echo un vistazo a la suite y no veo a Bibiana por ningún lado...

Me levanto y tomo una ducha fría para calmar un poco mi resaca. Aún no tengo ganas de bajar, así que pido el desayuno a la habitación, junto con él viene una nota para avisarme que nos veremos en una hora con los demás accionistas.

Dejo la nota a un lado, retiro mi bata y me dispongo a vestirme, decido usar un vestido blanco bastante ligero, más arriba de mis rodillas, un sombrero blanco decorado con listón negro y debajo mi bikini color rojo, para terminar un toque de maquillaje natural... Desayuno pacíficamente y cuando estoy terminando ingresa Bibiana. 

—Vaya, así que estás viva, hierba mala nunca muere —bromea cuando entra y deja las llaves en una repisa.

Me rio de forma sarcástica mirándola con fastidio, poniendo mi servilleta sobre la mesa.

—No estoy de humor para tus chistes.

—¿Y quién lo estaría con esa borrachera de ayer? —apunta mientras retira sus gafas de sol.

—Jum... Mejor alístate, nos esperan en una hora. —Me levanto y voy directo al baño para lavar mis dientes.

—Sí, ya lo sé —comenta detrás de mí, recostándose en la puerta—. Necesito el baño —manifiesta fríamente, suelto un suspiro de desespero y salgo.

Pasada media hora termino de retocar mis labios con labial rosa y espero unos minutos más a que Bibiana salga del baño para bajar juntas. Cuando por fin se digna a salir yo me encuentro mirándome en el espejo, reclinada sobre el tocador limpiando la comisura de mis labios, quitando cualquier imperfección. 

—¿Qué pasa? ¿Ves algo qué te guste? —preguntó con autosuficiencia y la mirada aún en el espejo, notando los segundos que se queda estática observando mi figura.

—¡Ja! No seas ridícula —responde con indignación disfrazada, cambiando su rumbo hacia la puerta con sus mejillas sonrojadas.

La alcanzo y caminamos en silencio, cuando ya estamos llegando al sitio de encuentro tomo su mano y la entrelazo con la mía, ella me mira sorprendida y yo solo la ignoro sabiendo que los demás tienen los ojos puestos sobre nosotras.

—¡Wow! Daniela, tan hermosa como siempre y tu esposa no se queda atrás —dice Jack besando nuestras mejillas y admirándonos de pies a cabeza.

No alcanzamos a terminar el saludo cuando hacen su aparición Luis, Guillermo y la putita, no recuerdo su nombre, ¿Carmen? ¿Carlota?... ¡Bah!... Para lo que me interesa recordar el nombre de esa cría.

Luis y Guillermo también nos dan halagos por lo lindas que nos vemos, mientras que la chiquilla nos mira con odio... ¿Por qué no la dejará Guillermo con una niñera en lugar de traerla con nosotros? Seguro por miedo a que meta al primer ser en movimiento a su cama, por encima se ve que es una cualquiera.

—¡Bueno, chicas! En marcha nos esperan los delfines. —Guillermo sonríe guiándonos hacia los jeeps para llegar a nuestro destino.

En el camino Bibiana y yo cruzamos miradas efímeras e incomodas... No tardamos mucho y arribamos... El lugar es maravillo, las olas golpean fuerte contra la arena, el calor es perfecto al intercalarse con la típica brisa del mar, los muchachos apartaron un lugar solo para nosotros.  Retiro mi vestido sin esperar más y todas las miradas se dirigen a mi bikini, no me interesa la reacción de ninguno, pero para mi sorpresa busco la mirada de Bibiana, sus ojos son de deseo y eso me complace más que cualquier cosa...

Bidan: un matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora